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Además del traslado a Martos (Jaén) este año de juicio y condenas, Antonio Matas Reverte y Pepino son traslados a Montefrío (Granada). En ambos casos para que fuesen identificados por los testigos. Allí denuncian, por las razones que se nos escapan, a
?BANDIDO.- Ha sido detenido en Fuente-Tójar Manuel Aguilera Sánchez, que en unión de Pedro Ceballos González (a) Pepino Chico y Antonio Mata Hidalgo (a) Reverte cometieron varios robos uno de ellos en Bujalance.
Dicha detención se ha llevado a cabo en virtud de denuncia de los expresados Pepino Chico y Reverte, presos en la cárcel de Montefrío.? (El Defensor de Córdoba, 1907).
?EL REVERTE Y EL PEPINO.- Los célebres criminales Reverte y Pepino se encuentran en la cárcel de Montefrío (Granada) donde han sido visitados por un corresponsal de ?
El Reverte es un sujeto que, de no haberlo conocido en este sitio, nada tiene de repulsivo su tipo, ni su trato, pues se expresa con una sencillez cínica.
El Pepino, por el contrario, es una figura repulsiva y en su semblante lleva marcado el sello de la criminalidad.
Al Reverte le insté para que me dijese algo sobre su vida; le pregunté que si conocía Granada y me contestó que había estado varias veces y que antes de que lo cogiesen preso por una calumnia que le levantaron, como otras muchas, que se dedicaba a la compra de ganado y carnes de marrano y que con este motivo iba mucho a Maracena, casa de los señores Rojas y Ballesteros.
Que el haber formado la mala fama que él tiene, es motivado a que en su pueblo veían que casi nunca estaba en él; que por aquel tiempo se cometieron algunos robos por allí cerca y como hay tanta mala lengua, se los achacaron a él.
No le da importancia al tiroteo que sostuvo con
Dicen los dos que lo que desean es cumplir pronto y hacer una vida como la que antes tenían, y era la de jornaleros, pues están convencidos de que nada bueno pueden conseguir así, y ya que de ellos se hablara sería por una cosa muy sonada.
Les pegunté si conocían al difunto Pernales y al Vivillo, y me dijeron que bastante, particularmente al último, pero que nunca ellos habían acompañado en sus fechorías, porque no querían sonar como tales bandidos.? (El Defensor de Córdoba, 1907).