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Critican por criticar
en este pueblo dichoso
donde en cada esquina hay un bar.
En este pueblo precioso
con más agua que la mar
y el clamor espantoso
del chismorreo sin par
de esos loros habladores
-ay, loritos parlanchines-
que producen mil dolores
y quebrantos
y mil llantos.
¡Ay, cotorras de colores!
Sin más fines
y norma, que el critiqueo
porque sí,
sin pararse ni en ti ni en mí.
Ellos con su parloteo
perenne que en las cabezas
produce grandes lamentos,
y quebrantos de purezas,
de mentiras y verdades,
de alegrías, sufrimientos,
y maldades.
Critica y criticarán
y sin razón tildarán
esas lenguas viperinas
que dentro del bar y fuera
te podrán siempre que trinas,
al son de su ventolera
y aunque creas que critican
al de acá
o al de allá...
a ti sus lenguas te pican.
Sin otras ocupaciones
donde pasar bien su tiempo,
dan un negro movimiento
a todas murmuraciones,
que con verdad o sin ella
con mentira o con verdad
y sin pizca de piedad
cualquier fama se atropella,
¡hasta que caiga una estrella
que los parta por mitad!