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Ya vienen los monstruos acicalados
con sus curvadas garras azules extendidas al sol
para ir calentando
el deseo que los encadena a su fortuna.
Ya vienen los monstruos
con sus fauces imposiblemente abiertas
en su hambrienta monstruosidad.
Ya vienen los monstruos
que apilan caudales.
Dios que devora
y que los devora.
Monstruos financieros
de activo sumisos y pasivos engordados.
Dios que vomitan
en sus digestiones de papel moneda.
Malditos los monstruos
que engendran el dinero
de la arrogancia poderosa
y de la acumulación desenfocada.
Falúas de cohecho
que abordan los tugurios de la indiferencia
mientras los sacerdotes del conformismo
beben la bilis de su animadversión.
Ya reinan los monstruos,
engendros megalíticos
que hollan las huellas
del mico asustado y ausente.