POESÍA DE ENRIQUE ALCALÁ ORTIZ - Prieguenses en Asturias y Cantabria
14. LAS COMIDAS

© Enrique Alcalá Ortiz



A lo largo de los días

comimos mientras se hablaba.

¿Qué cominos en el coche?

Y en el hotel,  ¿qué nos daban?

Un pan sacado del horno

hecho con harina blanca

para untarle mantequilla

o dulce de mermelada.

Otras veces pan de fibra

o unos dulces de la casa,

famoso que por aquí

sobaos pasiegos llaman.

Hasta nos dieron galletas

que a la leche empapaban

y una infusión de café

claro como el alba clara.

 

La menestra, los guisantes,

lechugas en ensalada;

en platos hondos sirvieron

cocido de las montañas,

rico puré de mariscos

almejas con fabes blancas,

(las fabes son habichuelas

que nuestra madre guisaba),

y un potaje de garbanzos

para comer con cuchara.

Del mar, probamos el mero

varias sardinas asadas

y otros pescados guisados

que sabían a pescada.

Como no podía faltar

comimos carne de vaca,

unas pechugas de pollo

y escalope con su salsa.

Como postres degustamos

melocotón en rodajas,

helado, yogur, melón

y natillas endulzadas.

Para beber vino tinto

y los botellones de agua.

 

Reyes en el autobús

con anís nos calentaba,

mientras un mono simpático

con la cadena jugaba.

El aguardiente era fuego

dentro de nuestras entrañas.

¡Qué contentos nos ponía

a las ocho la mañana!

Por su parte,  Visi, amable,

con su sonrisa simpática

nos fue dando chucherías

y mil comidas variadas.

Salchichón con su tocino

y buen chorizo hecho tapas

con palillos de pan fino

para que no se engordara,

caramelos sin azúcar

y almendritas muy saladas.

 

Si alguien quería algo más

podía hacerlo en la barra.

Lo que se comió aparte,

al no verlo no se narra.

Cada uno se comería

lo que se le vino en gana,

para eso nuestro Estado

nos da unas muy buenas pagas.

 

Luego, después de comidos,

por las calles paseaban.

Otros en la discoteca

al cuerpo le daban marcha

bailoteando y bebiendo

hasta que ya se cansaban.

Luego, después, reventados,

se tumbaban en la cama.