© Enrique Alcalá Ortiz

         Así que la Coral en esta primavera de 1991 se encontraba en un punto delicado. Por una parte, con un director que se marchaba en junio y por otra sin presidente, a lo que se añadía el contrato de dos conciertos fuera de la localidad y la campaña del mes de mayo en las funciones de las cofradías. La directiva y  otros componentes empezaron, pues, a buscar la persona idónea que se encargaran de la presidencia. Después de una insistencia reiterada, finalmente, convencieron al Cronista Oficial Enrique Alcalá Ortiz, esposo de Ángeles Molina Cobo, una de las componentes de la Coral.

         La Junta General extraordinaria se celebró en la sede de la casa Lozano Sidro el día 21 de abril. Emitieron voto secreto a través de papeleta 44 miembros. Resultando del escrutinio 40 votos favorables y cuatro en contra. El recién elegido, en breves palabras agradeció la confianza tan mayoritariamente obtenida, y expuso algunos de los puntos de su programa

         Como ya se había estado trabajando, al día siguiente se celebró la primera reunión de la nueva junta directiva formada por: Enrique Alcalá Ortiz (presidente); Antonio Ortiz Mesa (vicepresidente), María del Carmen Foguer Ábalos (tesorera, dimitiría meses más tarde), y de vocales, José Gutiérrez López, Rafael Cobo González y Gertrudis Pulido Carrillo del Pino. En esta primera reunión se constituyó la directiva y entre otros puntos se estudiaron el procedimiento a seguir para las contrataciones con las hermandades, el estado de cuentas, la asistencia en Montilla a una reunión de la Agrupación de corales cordobesas con el objetivo de inscribirse en la Federación Andaluza de Corales y diversos asuntos de procedimiento.

         Para poner al día la Coral, durante este mes se hacen una reunión más de la Junta Directiva y una de la Junta General. En ellas se aprobó el desplazamiento a Córdoba, a petición del Director para ensayar la misa de Gómez Navarro que se cantaría en la función de la Columna, invitar a comer a Fred y al músico cordobés Antonio Sánchez para la posible contratación de este último como director de la Coral, así como la necesidad de actuar siempre con túnica puesta para cuidar el look de la Coral. La túnica se llevaría incluso cuando se actúe en el coro de las iglesias.

         Sin embargo, la gestión más delicada de estos días fue la contratación de la Coral para que cantase las misas en las funciones de la Cofradía del Nazareno. De años atrás existían unos resquemores entre los directivos y algunos miembros que impedían cantar en sus funciones de mayo, cuando normalmente se hacía en casi todas las cofradías sin traba alguna. El presidente estimó que debían desaparecer y propuso a su Directiva que le diera permiso para efectuar las posibles contrataciones. El resultado de la votación fue cinco votos a favor y dos en contra. Lo que demostraba claramente que los picores no habían desaparecido de ninguna manera. Esta votación no era ejecutiva, ya que estaba condicionada a la aprobación en una Junta General que debía hacerlo por mayoría simple, al menos, para que el acuerdo fuera firme y ejecutable.

         En Junta General del día 28 de abril de este año de 1991, se presentó la propuesta. El presidente, Enrique Alcalá, expuso brevemente las líneas generales de sus futuras actuaciones, siendo una de ellas, establecer relaciones de cordialidad y cooperación con todos los colectivos prieguenses. La votación dio el resultado siguiente: 28 votos afirmativos, 10 negativos y 1 abstención. La Directiva ganó por mayoría absoluta y comprometiéndose todos, incluso los de votación negativa a acudir a cantar en caso de posible contratación y ésta se consiguió, no solamente para el domingo, sino también para el sábado. Así que de no cantar nada en el Nazareno ¡se pasó a cantar dos veces! Las cosas empezaban a enderezarse. En este mes del mayo festivo religioso se cantó en las funciones solemnes de la Caridad, Columna (sábado y domingo), Soledad y Nazareno (sábado y domingo), haciendo un total de siete veces. No se aburrirían, no.

         Mientras se cantaba en las fiestas los días de trabajo (y los domingos) la Directiva trabajaba intensamente. Se establece un ensayo general el sábado de 6 a 8?30 de la tarde y otro el domingo de 12 a 2 de la tarde. Durante la semana se ensayaría por cuerdas: martes, contraltos; miércoles, sopranos; jueves, tenores; y viernes, bajos. El trabajo se concretó en los siguientes puntos: contrataciones de conciertos en Baena, Córdoba y Priego para el mes de junio, gestiones para la contratación de un nuevo director, creación de una base de datos de los componentes, redacción de una memoria anual, edición de un tríptico con currículo, recuperación del archivo histórico, modificación y puesta al día de los estatutos, creación de un anagrama o logotipo, la compra de túnicas nuevas para las mujeres, arreglo del órgano, estanterías para los trofeos, colocación de una placa para colocar en la entrada del local, poner al día el libro de actas, preparativos para realizar un viaje de placer a Torremolinos, invitar a antiguos miembros para que volviesen a la Coral y asuntos de disciplina y asistencia.

         Pasado el torbellino de mayo, el mes de junio se presentó con las mísmas características. El anterior presidente, había conseguido la inclusión de la Coral en la temporada de conciertos organizada por la Obra Cultural de La Caja. Y en el hermoso Patio de Columnas del Palacio de Viana, los prieguenses se dejaron oír con obras de Traycer, Vila, Victoria, Vodnansky, Paine, Bedmar, Cifré, el mismo director Thayer, Lloyd, Carrión, Angulo y Ramón Medina. Como temas de estreno se cantaron Canción de cuna, sobre un tema colombiano armonizado por el director y Walk together children, donde la coral puso de manifiestos su alto nivel y donde lucieron habilidades, muy aplaudidas por el público, las soprano María del Carmen Foguer y María del Carmen Bermúdez.

         Una semana más tarde, el día 14 de este mes de junio se repitió este concierto en Baena con motivo de la IV Feria del Libro, celebrado en la hermosa ?Casa de la Tercia?, recinto acogedor e histórico que se llenó artísticamente con la música y voces de los prieguenses. Después del concierto, las corales de Priego y Baena, (ésta actuaría en Priego en un intercambio cultural), tuvieron un rato de convivencia, y ya rotos los hielos de los primeros momentos y con los ardores etílicos, ambas corales, y con directores improvisados, entonaron varios temas de su repertorio.

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