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RELIGIOSIDAD POPULAR. Cofradías y hermandades - Artículos varios

UNA RESTAURACIÓN, MÁS QUE NECESARIA

Detalles de la restauración de la Virgen de los Dolores nazarena.

© Rafael Cobo Calmaestra

(Archivero de la Pontificia y Real Cofradía y Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno, María Santísima de los Dolores y San Juan Evangelista). 

Las cofradías y hermandades, bajo cuya custodia se encuentran sus imágenes titulares, han tomado conciencia en las últimas décadas de la necesidad de mantener en perfecto estado estas verdaderas obras de arte que, tras siglos y siglos sin ningún tipo de mantenimiento y alguna que otra manipulación, desgraciadamente no muy afortunada, demandan una actuación que garantice su conservación. Aún así, no es nada fácil para la Junta de Gobierno de una cofradía adoptar la determinación de acometer la restauración de sus imágenes, posponiendo en el tiempo una decisión que de demorarse, puede provocar pérdidas irreparables.

Afortunadamente, en el seno de la Cofradía y Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno se ha dado un paso importante en este sentido, con la restauración de su imagen cotitular, María Santísima de los Dolores Nazarena, cuyo estado de conservación era definido como ?lamentable? en el informe que emitía Antonio Joaquín Dubé de Luque[3], pintor, imaginero, escultor y restaurador sevillano que durante los meses de julio, agosto y septiembre llevó a cabo la intervención en esta imagen de candelero fechada en las postrimerías del siglo XVI, relacionada con el círculo de Pablo de Rojas y de la que existe constancia documental de su pertenencia a la cofradía del Nazareno desde la fundación de ésta en el año 1593[4].

Un trabajo, a todas luces complicado, habida cuenta del estado en el que llegó la dolorosa al taller del restaurador, presentando ?gran cantidad de grietas en el torso sostenidas con clavos de distintas épocas, piezas de madera adosadas y clavadas para ampliar el volumen de éste, que asimismo, se fijaba a las caderas con gruesos clavos?. En lo que respecta a los brazos, el Dubé de Luque hace constar en su informe que éstos se encontraban ?fijos y sin articulación? debido a que habían sido afianzados mediante gruesos clavos, así como las manos, que carecían el movimiento giratorio normal, ya que también se habían utilizado los clavos para fijarlas a los antebrazos.

Como se desprende de esta descripción, el cuerpo, los brazos y el candelero de la imagen, estaba plagado de clavos y tachuelas que fueron utilizados con excesiva frecuencia en anteriores intervenciones.

Pero la parte de la imagen que se encontraba en peor y que, en definitiva, provocó que la intervención se llevara a cabo, era la cabeza, en la que podían observarse varias grietas, en las que apareció, tras retirarse lo que parecía un estuco preparatorio, un grueso tomo de escayola que  restaba la distancia anatómico de la barba a la base del cuello y que ocultaba elementos metálicos en un gran número tales como alambres, clavos y tachuelas, casi todos oxidados, cuyo objetivo era fijar el cuello de la imagen que, como apunta Dubé de Luque, ?primitivamente tenía un movimiento oscilatorio de atrás hacia delante con un eje metálico (trozo de gavilla de hierro)?[5].

Sin lugar a dudas, la aparición del mecanismo que la imagen tenía en el cuello y que permitía un movimiento de su cabeza, ha sido uno de los descubrimientos más importantes de la restauración, ya que constata que la imagen se utilizaría en algún tipo de ceremonia, algo muy frecuente, según el restaurador, en los siglos finales de la Edad Media, como el caso de la Virgen de los Reyes de Sevilla. Aún así, este artilugio debió ser utilizado durante poco tiempo, siendo inutilizado con clavos en forma de ?T?, muy comunes en los siglos XVII y XVIII, que fueron posteriormente reforzados con los de traza moderna, causando tales destrozos en mamadera del cuello que lo hicieron irrecuperable.

A la vista del estado en el que se encontraba la imagen, José Joaquín Dubé de Luque comenzaba en julio de 2007 un concienzudo proceso de restauración de las distintas partes de la dolorosa.

Así, en la cabeza, una vez realizadas varias catas en las que se pudo comprobar la existencia de una policromía antigua, que no primitiva, oculta bajo otras dos recientes, se procedió a la limpieza del rostro, mediante una solución química y acción mecánica (bisturí), procediéndose a la fijación del la antigua policromía en las zonas en las que ésta no había desaparecido.

Mediante un estuco realizado con sulfato cálcico y cola animal, fueron repuestas las lagunas de preparación, procediéndose posteriormente a su rasurado y lijado a la luz rasante, como paso previo a la reposición de la policromía en las zonas carentes de ella, mediante colores al agua totalmente reversibles, y fijación de la misma.

En lo que respecta a los ojos, se procedió a la reparación del cristal del derecho, policromándose al óleo, al uso y costumbre de la escuela andaluza de imaginería, realizando y colocando dos nuevas pestañas confeccionadas con pelos de petigrís


.

Igualmente se realizaron y colocaron siete lágrimas, como primitivamente tenía la imagen, de cristal fino fundido, policromándose al óleo toda la región craneal, colocándose un nuevo perno metálico de sujeción de la corona, regulable de altura y tratado para evitar su oxidación.

Los daños que habían provocado en la madera los numerosos elementos metálicos antes descritos, provocaron que el restaurador, por indicación escrita de la Hermanad, realizara en madera de cedro tallada un nuevo cuello y región escapular, fijándose la cabeza al mismo mediante un espigón central y colas de milano[7] del mismo material, utilizando como adhesivo acetato de polivenilo. Posteriormente se estucó utilizando sulfato cálcico y cola animal, policromándose con óleo pulimentado con tripa.

En lo que respecta a las manos, tras la extracción de los clavos que las unían a los antebrazos, Dubé de Luque procedió a la reparación de las partes dañadas en ambas muñecas, eliminando los repintes y suciedad generalizadas de las mismas, así como el esmalte de cosmética y barnices que se acumulaban en las uñas, procediendo a la reposición del estuco y a la policromía en las zonas que carecía de ello.

La intervención se completó con la realización de dos nuevos brazos en madera de cedro real, con proporciones anatómicas acordes a la cabeza de la imagen, brazos que se articulan por un sistema de rótulas, así como un nuevo pollero del candelero que se sustenta al busto mediante ocho listones que descansan sobre una tabla de forma cónica, policromándose en color blanco y forrándose con tela idónea para ello.

Este es, en síntesis, el trabajo realizado por Antonio Joaquín Dubé de Luque en su taller sevillano durante los meses de julio, agosto y septiembre del pasado año 2007, proceso en el que como hace constar expresamente en su informe, ?no he alterado en absoluto es aspecto de la más antigua fisonomía hallada en esta bendita imagen?[8], y que ha devuelto a esta bellísima dolorosa los rasgos con los que fue concebida allá por las postrimerías del siglo XVI.





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