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uestro pueblo se asemeja a un gigante rodeado por pequeños núcleos, algunos de ellos casi despoblados o al menos con un censo escaso y que cultural y socialmente están estrechamente unidos.
Esto ha creado una relación especial entre las veintidós aldeas que pertenecen antropológica y administrativamente al municipio de Priego. Sin embargo, geográficamente, a los ojos del viajero, puede parecer, que las distancias y el trazado complicado de las comunicaciones, dificulten el acercamiento entre los pobladores aldeanos y los habitantes de nuestra localidad.
Es un dato de interés, que no pasa desapercibido para el visitante, el clima de intercambio social que se produce habitualmente entre las diferentes aldeas y pobladores, semejante al de otros tiempos pasados, con la salvedad de la actualización, en cuanto a los medios, que se han producido en el devenir de los años.
Económicamente, las diseminadas aldeas de Priego, subsisten de dos modos diferentes. Uno, y sobre todo en la época invernal, el de la agricultura y riquezas naturales; otro, bien diferenciado y chocante, en cuanto el giro que entraña, el de la emigración temporera. En la época estival se produce el nomadismo laboral entre los habitantes de las aldeas, sobre todo, entre los de menor edad. Este hecho, casi tradicional e institucionalizado, les conduce a los centros de turismo costeros de nuestro país. De alguna forma podríamos calificarlos de temporeros del turismo.
Es inevitable el conocimiento de la existencia las aldeas, puesto que por lo característico de situación geográfica de Priego y sus comunicaciones, están situadas como semillas desperdigadas alrededor del núcleo principal y se encuentran a mitad camino de cualquier parte. Ninguna de ellas llega al millar de habitantes y un número importante de sus casas están deshabitadas. Representan el hogar perfecto para el descanso y son el lugar idóneo para quien desee huir del ajetreo de la ciudad.
El turista encuentra en ellas un retazo de cultura ancestral y contemporánea a la vez, y una pincelada de belleza entre el regazo abrupto del paisaje de la comarca.
Por sí solas constituyen un punto de partida para el conocimiento de la idiosincrasia del prieguense, y por otro, un plano poco conocido de la misma.
Hablar de las aldeas, es hablar de multitud de costumbres diferenciadas y propias que las hacen interesantes para el estudioso y para el mero observador. Existe una clara dependencia entre Priego y sus aldeas, ya que para ellas, Priego es el centro del comercio de donde se nutren de todo aquello que carecen. Por otro lado, esta dependencia comercial hace que este centro se vea enriquecido en su desarrollo comercial y por ello en su economía.
En resumen, si Priego ofrece indiscutiblemente una oferta de gran atractivo para el viajero, sus aldeas ofertan una mezcolanza de tradiciones, costumbres y particularidades difíciles de igualar. Por lo que no hay duda que este gigante y sus semillas desperdigadas ofrecen un atractivo que necesita de un apartado especial por parte de quienes tienen la oportunidad de acercarse a ellas.