© Enrique Alcalá Ortiz
Carlos Valverde López nos lo hemos encontrado en numerosas ocasiones a lo largo de este trabajo y todavía nos lo seguiremos encontrando en crónicas y algún que otro artículo sobre la historia taurina. Por esta razón, damos unas brevísimas notas biográficas.
Valverde López es considerado como el mayor de los poetas y dramaturgos con los que cuenta Priego.
Nació en Priego de Córdoba en el año 1856. Estudia sus primeras letras con maestros particulares. Hizo el bachiller en Cabra (Córdoba) y la carrera de Derecho en Granada que nunca ejerce puesto que se dedicó intensamente a la literatura. Fue alcalde de Priego y fervoroso devoto de la imagen de Jesús Nazareno en cuya cofradía ejerció cargos directivos, siendo hermano mayor durante diez años. Gran parte de su dilatada vida la pasó en Málaga, donde publicó la mayor parte de sus libros y cientos de artículos en los diarios y revistas malagueños. Murió en Málaga en 1941, ciudad donde tiene dedicada una calle.
Autor de varias obras teatrales como ?Los espúreos? y libretos de zarzuela como El domine Cabra, con música de Laureano. De su ingente obra poética, en la que sigue siempre los cánones clásicos, destacamos los libros Poesías meridionales y Poesías laureadas. En 922 publica su primera novela Gaspar de Montellano, de carácter costumbrista y tintes didácticos donde retrata muchas de las costumbres de su Priego natal, y en 1923 su obra crítica en forma de coloquios titulada Resurrección de don Quijote.
Fue galardonado en numerosos certámenes literarios celebrados en España y en el extranjero, siendo correspondiente de la Real Academia de Córdoba, de Ciencia, Bellas Letras y Nobles Artes.
Como su nombre indica, estas Crónicas malacitanas en poesía, (en redondillas, esdrújulos, o décimas), hacen referencia a Málaga y no a Priego, pero al estar escritas por un prieguense y ser desconocidas, aprovechamos la ocasión para incluirlas con las crónicas taurinas de Priego.
De esta forma se expresa el poeta prieguense desde Málaga:
"CRÓNICAS MALACITANAS
Zeñore; -modo de hablar
Del malagueño nativo-
Zeñore; con un zor vivo
O Vivillo hasta rabiar.
Mu juimos ayer al cozo
A ver los toros de Urcola,
Porque es la fiesta española
Que da a la gente más gozo.
La plaza estaba vacía,
Y es porque yo me figuro
Que es mu duro dar un duro
Pa ver cazi una corría.
Zalió er primero, y Farfán
Puzo la pica más grande
Que en jamás ze vio; ¡ni en Frande
Picando er Gran Capitán.
De banderillero, zero;
Ar cabo Zayas y er Solo
Ponen cuatro palos; zolo
Para cumplí, caballero.
Morenito de Algecira
Se jué hacia la presiencia
Y tuvo una conferencia
Como aquella; tó mentira.
Pus dijo que iba a matá
De un zolo gorpe ar burel,
Y por poco mera él
Zi no zale de najá.
Der zegundo, lo mejor
Que vimos jue zolamente
La estocá zupercelente
Que dio Vicente Pastor.
Er tercero, Bienvenida
Ze encargó de amortizarle,
Pero ¡ay! que en ve de matarle
Paecía que le daba vida;
Y zi la res al final
Murióze, de zufrir harta,
Fue como er héroe de Esparta;
Porque había nacío mortal.
Er cuarto... honrar padre y madre,
Tocó a Rodas, y no ozo
De apellidarle er colozo
Manque a zu nombre le cuadre,
Porque le dio una estocá
Con tendencias de pellizco
Más atravesá que un bizco
Cuando ze pone a mirá.
Er quinto... no hay quinto malo,
Zeñore, que verdá es;
Er quinto jue un bicho... pues...
¿Qué diré yo? ¡De regalo!
De lámina zoberana,
Bien armao, negro, grandiozo:
Un don Felipe el Hermoso
Con perdón de doña Juana.
Pero er quinto no matá,
Reza también er Decálogo;
Zeñore, y no hay catálogo
Que ze pueda compará.
Ar catálogo de intentos
Que hizo Vicente Pastor,
Quien zabe matar peor
Que cumplir los mandamientos.
Er zesto, no... no fartá.
(Dirá el lector.) Yo no farto;
mas de escribir estoy jarto
y hago el resumen finá.
Diciendo, para que a coro
Lo repita er puebro entero:
Cuando hay toro, no hay torero;
Cuando hay torero, no hay toro.
Al día siguiente publica de nuevo:
"Vaya un número simpático,
Vaya un número de mérito
El que viose el viernes último,
Logrando un completo éxito.
Salió el batallón de párvulos
Con aire marcial y bélico
Marchando en pos de la música
Cual si fuera el propio ejército.
Y hacia la plaza dirígese
De toros, donde impertérrito
Está esperándole el público,
Que al verle, aplaude frenético.
Embrazando la magnífica
Bandera de España, intrépido,
Va un soldado microscópico,
Un ente casi quimérico
Que medido por centímetros
No ha de llegar el centésimo.
Y allí, en el circo taurómaco,
Como si fuera ya técnico
En evolución y táctica,
Muévense a compás simétrico,
Y en vez de reclutas párvulos
Son alumnos académicos.
Por eso digo que el número
Militar ha sido un éxito;
Y haga Dios que estos minúsculos
Soldados, resulten émulos
De aquellos valientes íberos
Que allá, en los tiempos pretéritos,
Llevaron la enseña hispánica
Por todo el confín esférico.
También celebróse el sábado
Otro espectáculo... homérico;
Y si ese adjetivo aplícole,
No es porque me obligue el pérfido
Asonante del esdrújulo,
Sino porque siendo épico
Por lo gallardo, cuadráralo
La lira del vate helénico.
Estaba el coso magnífico,
El decorado era espléndido,
Las graderías pictóricas
De mujeres, que en concéntricos
Círculos, asemejábanse
A hermosos coros angélicos.
Era la fiesta taurómaca
E hípica a la vez. Dos émulos
De Pepe-Hillo y de Cúchares,
Con sus cuadrillas por séquito,
Son los encargados clásicos
De llevar la fiesta al término.
Tocóle el primer cornúpeto
(O cornúpeta) al intrépido
Barrionuevo, hijo de Córdoba,
Quien puso un par académico,
Y mató a la res tan rápido
Como si la diera arsénico.
Rafael Gómez, el de Málaga,
Mató con no menos éxito
La segunda res, y el público
Le hizo justicia aplaudiéndolo.
Terminado este espectáculo,
Lucieron también sus méritos
En equitación los jóvenes
Carreristas, y luciéronlos
Ya, ramos cogiendo ágiles,
Ya cintas y flores, que súbitas,
Lanzadas por brazo trémulo,
Posaban de alguna sílfide,
Al fin, en el seno espléndido.
Y así, por ser este número
Tan galante y tan poético,
En vez de concurso hípico
Le llamo concurso épico.
Y el último tercio de este mes:
CRÓNICAS MALACITANAS
Dos notas ayer, brillantes,
Nos dieron los cordobeses;
Por la tarde, con las reses,
Y por la noche, en Cervantes.
Si buenos los vimos antes,
Más estuvieron después;
Y por lo tanto no es,
Ni con mucho, cosa rara
Que ayer Málaga gritara:
¡Viva el pueblo cordobés!
Por la tarde se lidiaron
Cuatro novillos, de nuevo,
Que Paquito Barrionuevo
Y Rafael Gómez mataron;
Los dos muchachos quedaron
Muy bien en el redondel,
Y vimos a dar a granel
Pases, quiebros y estocadas
Que algunas parecían dadas
Por el magno Rafael.
Acabada la corría
Jugóse luego al Foot-ball,
Que es, del principio al final,
Una insigne tontería;
Yo ya me lo presumía,
Más hoy que sé lo que es,
Lo define un juego inglés
Cuya sola diversión
Consiste en darle a un balón
Muchísimos puntapiés.
Pero, como dije antes,
Vino la noche, y en ella
Celebróse la más bella
Función que he visto en Cervantes;
Con su traje de estudiantes
El Real Centro Filarmónico
Se presentó, y el armónico
Concierto apenas oyóse,
Cautivo el público viose
De aquel prodigio sinfónico.
Cuanto la Naturaleza
De grande tiene o de bello
Púsole el arte su sello
Y copiólo en una pieza.
Allí oímos la braveza
De los vientos rebramando,
Los céfiros susurrando,
El murmullo de las olas
Y las dulces barcarolas
Que va el marino cantando.
¡Qué gusto!, ¡qué afinación!
¡Cuánto arte! ¡cuánta maestría!
El público contenía
Hasta la respiración.
Presa de grata emoción
Refrenaba su ansiedad,
Mas luego que en realidad
La última nota sonaba
Franco el aplauso estallaba
Con fuerza de tempestad.
Vencisteis: ¡bravo, paisanos!
Para aplaudir cual me toca
Frases faltan a mi boca
Y consistencia a mis manos.
Los proverbios castellanos
En vuestro honor cambiaremos,
Y en vez de decir: "Veremos
Los cordobeses nadar"-.
Se dirá: "Van a tocar
Los cordobeses, oiremos.