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Historia de Priego de Andalucía - Bandoleros en la Subbética cordobesa

33. EL SUCESO DE EL CAÑUELO

Nuevos estilos de cuatreros.



© Enrique Alcalá Ortiz

 

            En el año 1920 continuaron las rapiñas variadas con más o menos importancia: un grupo de chavales roba nueces en una finca; en otra ocasión leña o melones; caballerías, cerdos; ropa en interior de domicilios particulares; y pequeñas cantidades de efectivo.

            Un caco atrevido llevo a cabo un robo en el Círculo de Priego. En la madrugada del  día 9, y como a la una de la noche, el encargado del Círculo, Manuel Baena, ordenó a los camareros, que en vista de no quedar nadie en el local, cerrasen sus puertas, cosa que efectuaron sin fijarse si en alguno de los divanes quedó escondida alguna persona.

            Por la mañana, al abrir las puertas, notaron que una de ellas lo estaba ya, observando que debió ser abierta por dentro, pues los pestillos estaban corridos sin violencia.

            Practicado un reconocimiento,  se notó que de uno de los cajones del mostrador se habían apoderado de una caja de hierro propia para caudales, que contenía unas dos mil pesetas en billetes de banco y plata, y del cajón de la venta, unas trescientas pesetas en papel, plata y calderilla.

            Días más tarde consiguieron detener al ladrón quien manifestó que permaneció oculto en dicho Círculo desde la una de la tarde hasta las cuatro de la madrugada.

            No obstante lo anterior, lo más destacado de este año fue el llamado Suceso del Cañuelo al que la prensa dedicó verdaderos ríos de tinta. Diario de Córdoba, El Defensor de Córdoba  y Diario Liberal le dedicaron extensas crónicas, pero el que desplegó todo su potencial informativo fue La Voz que incluso mandó a sus corresponsales al lugar del suceso y le dedicó al desarrollo del suceso extensas páginas durante muchos días.

            A las cuatro de la madrugada del día 29, llegaron a la aldea cuatro individuos en un automóvil y pararon ante la casa del labrador don Antonio González y González, llamando repetidas veces a la puerta. Como nadie contestaba, se encaminaron a la casa del hermano de labrador, antes citado, don Francisco González, alcalde pedáneo en la actualidad. Allí llamaron, y la esposa del señor González, desde una ventana les indicó que su marido estaba en una era próxima.

            Los desconocidos fueron a la era, preguntaron por don Juan Francisco, y, una vez ante éste, le dijeron que era preciso que fuera con ellos a Priego, para firmar la escritura de un cortijo que dicho señor ha comprado recientemente.

            Accedió don Juan Francisco a marchar, en vista de las razones de urgencia que le expusieron, y subió al automóvil, encaminándose antes a su casa.

            Ya en ésta, llamó don Juan Francisco y, al ser franqueada la puerta, invitó a los desconocidos a esperarle en la cocina, mientras se variaba de traje, y entró delante de ellos, con una luz en la mano.     

            Don Juan Francisco volvió la cara para ver si le seguían y entonces notó, con gran sorpresa, que ambos individuos le tenían encañonado con revólver.

            El amenazado tiró la luz al suelo, mientras se echaba sobre uno de los malhechores y le desarmaba. El otro hizo dos disparos, al ruido de los cuales, acudieron el hermano y la esposa de Juan Francisco, entablándose una lucha brava, que fue interrumpida con la fuga de los malhechores, ante la llegada de varios vecinos, atraídos por los gritos de una hija de don Juan Francisco González, pidiendo auxilio.

            Los desconocidos salieron precipitadamente a la calle y subieron en el auto donde los otros dos sujetos esperaban, marchando a toda velocidad hacia el Puente de San Juan.

            Don Juan Francisco y su esposa, resultaron con dos heridas menos graves a consecuencia de la refriega.

Distribuidas las fuerzas de la benemérita para la persecución de los forajidos, la pareja apostada en el camino de Luque a Priego, cerca de Morellano, sorprendió a un hombre desastrosamente vestido.

            Dijo llamarse Evaristo Zapata Cañete, de veintitrés años de edad, natural del Cañuelo y vecino de Baena, sin que últimamente tuviese residencia fija.

            Como incurriese en contradicciones al ser interrogado, se le sometió a minucioso reconocimiento. Se le encontró una cartera de piel de Rasis con documentos que contradecían las manifestaciones que había hecho y se vio que tenía manchas de sangre en las ropas interiores.

            Acabó por declarar que era uno de los cuatro autores del suceso del Cañuelo.

            Dijo que las manchas estaban causadas por las heridas que uno de sus cómplices infirió al señor González en la lucha cuerpo a cuerpo que con este sostuvieron en el dintel de la puerta. Evaristo cayó al suelo, quedando debajo del señor González, y entonces sus cómplices huyeron en el automóvil. De los asaltantes, sólo él quedó en la casa, hasta que por último consiguió huir.

            Acerca de la preparación del hecho, refiere que el día 26 de junio conoció en Sevilla a un tal Gómez, apodado Manzanas, quien, en vista de que ambos carecían de dinero, le propuso que se pusieran de acuerdo para adquirir algunos miles de pesetas. Evaristo manifestó que en su pueblo había un señor acaudalado, de edad avanzada, a quien podrían robar sin grandes dificultades. Así lo convinieron y el 28 fueron en el tren a Córdoba, donde se hospedaron en la Fonda Española. Allí acordaron alquilar un automóvil para ir al Cañuelo y cometer el robo aquella misma noche. Por mediación del conserje de la fonda efectuaron el alquiler en una cochera próxima a la Zona. El automóvil era guiado por dos mecánicos y su alquiler costó 160 pesetas. Dijo Evaristo que desconocía el nombre del dueño del vehículo.

            El currículo de este primer detenido, natural de El Cañuelo era de lo más interesante. Hace algunos años, hubo disgustos profundos entre el padre y la madre de Evaristo, los cuales acordaron separarse. Entonces, la madre marchó a América con todos sus hijos, Evaristo entre ellos, y el padre permaneció en el Cañuelo, donde poco tiempo después entró en relaciones ilícitas con una mujer joven, de la que ha tenido varios hijos.

            Después de pasar algunos años en América trabajando como telegrafista en Santiago del Estero, el joven Evaristo quiso volver a su patria, para instalarse en la casa paterna.

            Así lo hizo, encontrándose con que en su hogar la vida le era imposible, por las naturales diferencias con la mujer que había sustituido el puesto de su madre.

            A partir de este momento, Evaristo se encontró sin profesión, sin hogar y sin lazo alguno que le sujetara, y con necesidades y aún vicios a los que no podía atender.

            Como única solución sentó plaza y en calidad de telegrafista estuvo sirviendo tres años en el ejército de África. Cumplido su compromiso militar, regresó a la península, y después de algún tiempo de vida anormal proyectaba volver a América al lado de su madre.

            Con este objeto, se entrevistó en diferentes ocasiones con su padre, reclamándole el capital materno. El padre se niega, pero cede después por amenazas y ante la promesa de que el dinero lo invertirá en regresar a América.

            Diez o doce mil reales consigue sacar Evaristo a su padre, cantidad que consume al poco tiempo en un viaje a Cádiz, con objeto de comprar el pasaje para América.

            Simulando que carece de papeles demora su partida, pidiendo más dinero, hasta que regresa de nuevo a Baena con nuevas exigencias de dinero. Dícese que llega a amenazar violentamente a su padre con un revólver.

            La última vez que está en Baena se presenta como vendedor en comisión de browings, y acompañado de su padre va a Priego para gestionar sus documentos.

            Hay algunas idas y venidas a Cádiz, hasta que el padre se convence de que su hijo no embarcará y gastará cuanto dinero le entregue.

            El padre, para librarse de su hijo cuyas exigencias le tienen atemorizado, traslada su residencia desde Baena a Lucena y Evaristo queda completamente desligado de la tutela paternal.

            Desde entonces, hace una vida anormal, interviniendo según se dice, en asuntos ilícitos, afirmándose que tiene relación con tahúres, raterillos y toda suerte de gente maleante.

            En Cádiz alquila un automóvil que le conduce a Jerez, según dice, para hacer efectiva una cuenta, no paga al chauffeur y esto le ocasiona el estar detenido algunos días.





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