© Enrique Alcalá Ortiz

81

Cuando mañana lo pienses,

puede ser que tenga prisa

y que ya no me intereses.

82

Nos tumbamos en la cama.

Nos estaban esperando

los fríos de nuestras sábanas.

83

Para que te diera un beso

debería estar  la boca

en otra parte del cuerpo.

84

En el baile no hay amor,

ni en la muerte hay ya penas

que yo las robé las dos.

85

Paseando por el sol

y el sol se fue derritiendo.

Tan fuerte era nuestro amor.

86

Sobre mi punto de mira

pusiste tu colorín

con su canto de desdicha.

87

Terminología común

de toda conversación:

solamente charlas tú.

88

Tengo la satisfacción

de haber parado a tiempo

las vivencias de los dos.

Y a la vista de los hechos

se iluminó el ambiente

de mis antiguos recuerdos.

89

Me pusieron un par de ojos

para poderte mirar.

Y cuando miro me ahogo

y no puedo ni pensar.

90

No refugies la mentira

en esa boca pintada

de verdades, mi chiquilla.

91

Tú quieres que te lo diga,

pero no lo voy a decir

que hay mucha gente mirando

y se van a divertir.

92

Yo soy libre en esta cárcel

que está cerrada y abierta

donde vivir es soñarte.

93

No te espero en carne viva.

Deja que sea artesano

que modele tu figura.

94

A menudo me visitas.

Nos sentamos un momento

y cruzamos nuestras risas.

95

No te requiero ya más.

Estoy tan harto de verte

incluso en la oscuridad.

96

Que seamos dos, lo siento.

Aquí bien se equivocaron,

¡qué pena tener dos cuerpos!

97

Mis deseos me confunden.

Estoy muy preocupado

con cosas que no me incumben.

98

Voy en tu carrera de obstáculos,

lanzando al aire las piernas,

lanzando al aire los brazos.

99

Por ser tu piel nacarada.

Por ser tu boca sensual.

Por ser mi goce tu estampa.

100

Zapateando te llamo.

Así aprendí a bailar.

Continuo zapateando.

101

Yo nunca me lo he pensado.

Naciste como se llenan

esas aguas de los charcos.

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