-
41. AMANECE
Y los poemas: 42. Sombras. 43. Flores. 44. Esta espinita. 45. ¿Es amar? 46. Te veo
© Enrique Alcalá Ortiz
Canta la luna
a través de los hierros
de mi ventana.
Un gallo que anda
despierto con su voz,
la desparrama.
Huye la noche perseguida
por el sol de la alborada.
Susurros de hojas verdes
al son del viento bailan.
Canta la luna suspiros
de ilusiones deseadas.
La noche huye del día.
El ayer de mi mañana.
¡Amanece!
42. SOMBRAS
Mucho tiempo hace
que de mi corazón
quiero arrojarte.
Lo intento con mil medios
Lo empiezo con tesón.
Más cuando logro abandonarte
en el olvido, sin ya tenerte...
las sombras de recuerdo
hacinadas me persiguen,
hiriéndome los deseos
al pasar con sus manos.
43. FLORES
Las flores nacen
en el jardín de mi ilusión.
Soy jardinero
que riega amante
estas sonrisas del nuevo misterio.
Son semillas de viejas flores
que se secaron
y que de nuevo he plantado.
Nacerán con salud
abonadas con la materia
de otras experiencias anteriores.
44. ESTA ESPINITA
Hoy no voy a contarte
historias de amores,
historias de duendes,
historias de gnomos
ni cuentos de reyes.
Hoy voy yo a cantarte
una pena que llevo
-como una condena-,
muy dentro de mi pecho,
una espina que guardo
hace bastante tiempo,
que me quita la vida,
que me quita el aliento.
Es una espina chica,
pero de gran efecto
la pena que yo guardo
con cuidado en el pecho.
Se me clavó al verte,
en dichosos momentos,
sin apenas pensarlo,
sin apenas quererlo,
y sin darme yo cuenta
se me clavó muy adentro.
Aún permanece viva,
como llama de fuego,
esta punzante espina
quemándome el cuerpo.
Innumerables veces,
con finos escarpelos
he intentado sacarla,
taparla con ungüentos
y arrojarla con fuerza
a las manos del viento.
He intentado sacarla,
y aliviarme el tormento.
Al intentar cogerla
se metía más adentro.
Esta espinita mía
que tan clavada llevo
no lograré sacarla...
aunque ya ni lo intento.
Aún permanece viva,
como llama de fuego,
esta punzante espina
quemándome el cuerpo.
45. ¿ES AMAR?
Mi vida es un cabo de herida
que no sangra.
Un retazo de suspiros,
secos de llorar.
Un lamento que se pierde.
Una pena que se aguanta.
El gemido sordo
de una risa contenida.
Un canto con sordina.
El festín de una fiesta
empezada apenas.
Un amargo río
de lágrimas no lloradas...
Personas mayores
hay que dicen
que esto es salpullido
de una juventud sana.
46. TE VEO
Adiós, pequeña, adiós.
Te marchas y yo
me quedo.
Serás para mí
la fría brisa de invierno
que en la mañana gris
besa mis labios.
El dulce cantar
de las límpidas
aguas del río.
El lenguaje ininteligible
de las verdes hojas.
Adiós, pequeña,
aunque tu cuerpo
no esté junto a mí,
los elementos que me rodean
serán los adornos
y perfiles en rosa
para evocarte.
2431 Veces visto -
|
|