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03. ROMANCE DE LOS SEIS TRAGOS
Bodas de colores y de plata.
© Enrique Alcalá Ortiz
Dos palomas se posaron
en la torre del convento.
En un sábado de mayo
-domingo en este momento-
ante el altar de Jesús
que en la Columna está puesto,
y con más flores que estrellas
lucen en el firmamento;
ante la belleza mágica
que sólo existe en los sueños
y que seguro es un trozo
de la que habrá en los cielos,
se han llegado dos palomas
a jurarse amor eterno. (Trago.)
Sobre un sábado de mayo,
dos pichones firman besos.
Luce ella nombre de virgen
que ayuda a los marineros.
Él tiene un nombre sonoro...
de alguien que yo no recuerdo,
pues no sé si será magno,
charrán, santo o caballero.
¡Que coja él, lo que quiera,
ya que en esto no me meto!
Qué no me meto, que no,
que meterme yo no quiero.
¿ O puede que sea el nombre
de un muy ilustre priegueño?
¿Qué se nos meta él si quiere...
"Si quiero", me está diciendo.
Sus nombres están de más,
son: Mari Carmen y Alberto. (Trago.)
Sobre plumas suaves de ave,
unos susurros se oyeron.
Están hoy de rechupete,
de dulce, de caramelo;
dos pirulíes de menta
en la puerta de un colegio,
estos dos recién casados
que están hoy para comérselos.
Esbeltos como una torre,
delgados como el centeno,
tan guapos como la luna,
radiantes como un lucero.
(Lo de guapo es por ella,
que él parece un mochuelo
con ese traje de novio
lleno de ribetes negros.)
(Con música)
"A mí me gusta lo blanco,
viva lo blanco, muera lo negro;
que lo negro es cosa triste,
yo soy alegre y no lo quiero."
Vivan los colores puros
no me gusta el gris marengo. (Trago.)
Sobre el blando del plumón,
dos colores se fundieron.
Fijemos el objetivo
en Matilla y Galisteo.
Carmen es rubia, cual oro
-qué ripio ahora empleo-
tan joven, para votar
dudo que tenga derecho.
Tus dos ojos sobresalen
en ese cuerpo tan bello;
si son azules o verdes,
transparentes cual espejo
que me lo diga ese chico.
Desde aquí sólo contemplo
a una esposa muy feliz
que se ríe del requiebro.
Al ver to lo que remiro,
al ver to lo que recuento,
¡ALBERTO!, no estés celoso,
sólo es entretenimiento.
Tú eres galán de cinema
con un cutis de torero.
Tú eres horma de ese traje...
y lo llevas tan bien puesto
como ese actor tan famoso
que llaman el Robert Redford.
Tienes edad de... votar,
lo que no tienes son pelos.
¡Y qué pareja tan linda!
Pa príncipes guapos, éstos,
no esos ingleses llamados
Lady Di y el Heredero.
Miradlos de arriba abajo
y decidme si no es cierto,
pues tienen una prestancia
de estatua, de monumento.
Monumento, lo repito,
y no digo monumentos,
porque quiero verlos juntos
desde hoy.... hasta su entierro.
(Y perdonadme esta frase,
pues me faltaba el acento.) (Trago.)
Dos pichones asustados
se esconden en sus adentros.
Ese sí que ya habéis dado
que retumbó en todo el templo
es la nota de una escala
que está dentro de un concierto,
y quiero que siempre suene
molto vivacho, allegretto.
El saberlo interpretar,
de vosotros será el mérito.
La partitura está hecha.
dadle aire... al instrumento.
Los buenos músicos se hacen
como los vinos añejos.
Los convidados tragando,
nos atañe estar atentos.
Para que seáis dichosos
nosotros votos hacemos,
que la ventura os sature
durante todo el trayecto.
Alcemos alto las copas,
y por los novios brindemos. (Trago.)
Resumen
Dos palomos se posaron
en la torre del convento.
Sobre un sábado de mayo,
dos pichones firman besos.
Sobre las plumas de ave,
unos susurros se oyeron.
Sobre el blando del plumón
dos colores se fundieron.
Dos pichones asustados
se esconden en sus adentros.
Sobre un sábado de mayo,
plumones suben al viento.
Sobre el plumón del amor
dos palomos se...
Sobre el plumón del amor
dos palomos se...
Sobre el plumón del amor
dos palomos se...
Sobre el plumón del amor
dos palomos se durmieron[1]. (Trago.)
Recitada en la boda de Alberto Matilla Vigo y de Mari Carmen Galisteo, el 23 de mayo de 1987 en el Hotel Piscina. Javier Matilla leía la letra cursiva.
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