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Historia de Priego de Andalucía - Crónicas de toros

08. A FINALES DEL SIGLO XIX

Una crónica taurina del escritor prieguense y periodista Pedro Alcalá-Zamora Estremera.

© Enrique Alcalá Ortiz


 

              El penúltimo año del siglo se va a llenar con tres acontecimientos taurinos. El primero de ellos organizado por Luis Espinar Caracuel, la primera y única cita que tenemos de la actividad taurina de este nuevo empresario que por las fechas que celebra su novillada indudablemente se encuadra dentro de las fiestas de alguna hermandad. "TOROS.- Ya se ha concedido la autorización al vecino de Priego D. Luis Espinar Caracuel, para que el día primero de junio próximo pueda celebrar la corrida de novillos que dijimos se verificaría en aquella plaza de toros[1]". Suponemos que este permiso se ejecutaría y la novillada se celebraría en la fecha anunciada.

            Sí se celebró, no obstante, la del 15 de agosto, donde de nuevo vemos a una mujer actuando junto a compañeros masculinos y obteniendo un éxito rotundo: "ECOS DE LA PROVINCIA. (De nuestro corresponsal).- PRIEGO. 15 agosto. La corrida celebrada hoy, en la que han matado los diestros Antonio Haro, Malagueño, Luis Ramírez, Pollo de Granada, y María Salomé, La Reverte, ha resultado mala, efecto de los bichos. Al Malagueño puede calificarse de regular, porque los toros que le tocaron fueron pésimos. El Pollo de Granada empleó una faena buena y con conocimiento, pero deslucida por las malas condiciones del animal.

                         La Reverte en sus dos toros estuvo superior, despachándose de dos estocadas: el último se lo brindó a don Carlos Valverde López.           

                         El servicio de plaza pésimo. Caballos, muerto, uno y medio. Entrada, los músicos y acá. El ganado, como ya digo, malo y chico. Al tercer toro le quemaron el morrillo. La tarde bastante desanimada. Carrillo[2]".

               La tercera corrida del año 1899, correspondiente a la Feria, está firmada por el seudónimo de Lamparilla. En esta ocasión conocemos al autor. Se trata de Pedro Alcalá-Zamora Estremera, un prieguense nacido en 1858, quien huérfano a los 17 años y en posesión de una de las fortunas más grandes de Priego, se dedica a viajar por diferentes países hasta consumir toda su herencia. Instalado en Madrid y poseedor de una gran cultura se busca la vida, traduciendo novelas y artículos para editoriales y periódicos. En 1897, viene a Córdoba y ejerce el cargo de director del periódico La Lealtad, colaborando además intensamente en otros diarios cordobeses y publicando de su propia autoría varios libros de cuentos y novelas. En este momento el periódico que dirigía marchaba mal y pasaba el verano en Priego. Aprovecha para mandar una pequeña crónica de la corrida de Feria. Posteriormente se encarga de la dirección del Toreo cordobés, y se trasladada sucesivamente a Jaén, Madrid, Mahón, Algeciras y Alicante. Muere en 1912 a los 53 años de edad. Nos cuenta: "TOROS EN PRIEGO.- Ayer publicamos el siguiente telegrama. Diario de Córdoba. Ganado Lozano, bueno; caballos, 12; Torerito, superiorísimo, despachando sus tres bichos de otros tantos magníficos volapiés.

                         A petición del público se le concedieron las orejas de los dos primeros toros.

                         Citó a recibir al tercero y aunque pinchó bien, no pudo consumar la suerte, porque el toro se encogió al sentir el acero.

                         Despachólo de un magnífico volapié, sentándose luego en el estribo, ante la misma cara de la res.

                         El delirio y  la oreja.

                         Al regreso de la plaza el público le ovacionó por el camino.

                         El último toro lo cedió al Melo, que tras pesada faena, le despachó con tres pinchazos y media estocada.

                         Olvidada citar un soberbio par de banderillas, clavado en las mismas péndolas y con un solo agujero, que le ha valido al Torerito una ovación delirante. Lamparilla[3]".

            En el último año del siglo XIX, el de 1900, aparece la firma de F. Ontiveros, como corresponsal, al que hemos citado más arriba y que solía firmar con la letra "O". En su crónica nos resalta el mal juego que dieron los toros y para calmarse se despide echándole un piropo a las mujeres que habían puesto su encanto entre el público asistente: "ECOS DE LA PROVINCIA.- (De nuestro corresponsal.) PRIEGO.- Ayer se verificó la anunciada corrida de novillos toros.

                         Estos animalitos que pertenecieron a la ganadería del señor Benjumea, de Sevilla, valieron buen poco (en el redondel, por supuesto, porque lo que es en la dehesa costaron buenos cuartos).

                         Si el primero fue malo, peor resultó el segundo, y así continuamente hasta llegar al sexto, que ya no merecía ni el trabajo de haberle traído en un cajón hasta Priego. Entre todos ellos, si no conté mal, quitaron del mundo de los vivos a dos rocinantes, que yo creo se hubieran muerto ellos mismos aquella tarde, según los tísicos y escuálidos que se hallaban, sin necesidad de haber ido a la plaza.    

                         Los pobres muchachos, Algabeño Chico y Gallito, lo mismo que sus respectivas cuadrillas, a pesar de su buena voluntad y muchos deseos de agradar, se vieron negros y aunque hicieron lo que pudieron, quedaron sin lucimiento a causa de la mala condición del ganado para la lidia.

                         La entrada ha sido regular, pues creo que habría algo menos de las dos terceras partes de las personas que pueden contener el circo.

                         El servicio de plaza estuvo bien, la presidencia con acierto, y el público, comedido y resignado presenció la función, aunque no pudo ser peor; es verdad que más que en el redondel, donde tan poco atractivo hallábamos, nos fijamos en las hermosas mujeres que con blondas y flores adornaban la plaza, hasta convertirla en un paraíso. O[4]".

                         Para terminar este siglo, a finales de agosto de 1900, siendo alcalde José Luis Castilla y Ruiz, se da cuenta de un memorial firmado por Alfredo Serrano Marchirán, quien manifestaba que enterado del estado ruinoso que mantenía parte del cementerio de la ciudad, se ofrecía a dar una corrida de novillos de muerte en septiembre, destinando el producto líquido que se obtuviera para hacer las reparaciones necesarias. Los ingresos de este festival ascendieron a 8.415 pesetas y los gastos a 8.289?25, quedando un saldo de 125´75 pesetas con las que taparon algunas rajas de los muros, aunque no suficientes para una reforma en profundidad[5].

 



[1] DIARIO DE CÓRDOBA: Número 14439, 13 de mayo de 1899.

[2] CARRILLO: Ecos de la provincia, "Diario de Córdoba", número 14531, 18 de agosto de 1899.

[3] LAMPARILLA: Toros en Priego, "Diario de Córdoba", número 14549, 5 de septiembre de 1899.

[4] ONTIVEROS: Ecos de la provincia, "Diario de Córdoba", número 14902, 7 de septiembre de 1900.

[5] ARCHIVO MUNICIPAL DE PRIEGO DE CÓRDOBA: Acta del 27 de agosto de 1900, siendo alcalde José Luis Castilla y Ruiz.





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