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07. SEGUNDO DÍA EN PARÍS
© Enrique Alcalá Ortiz
Para contaros Versalles
necesito un libro entero,
es tan grande su grandeza
que puede parecer cuento
todo aquello que se diga,
pues por mucho que se cuente
siempre quedará pequeño.
Con razón a Luis catorce
el gran Rey Sol le pusieron
al hacer de su palacio
la sede de su gobierno.
Mansard, Le Von y Le Brun,
diseñaron el portento
de galerías, salones
y reales aposentos
decorados ricamente
con mobiliario de mérito.
Famosa se hizo muy pronto
la que tiene los espejos.
Le Nôtre hizo los jardines
donde arboledas y setos
sombrean estanques y fuentes
que jalonan los senderos
con columnatas y estatuas.
Otros palacios pequeños,
el que llaman Gran Trianón,
completan este complejo
donde el Rey iba al grano,
es decir, corría al centro
que Madame de Maintenon
siempre le tenía abierto.
El Louvre, palacio gigante.
El Louvre es su gran museo,
cuadros a miles se cuentan
de numerosos maestros
que con óleo y pinceles
sobre la tela de un lienzo
dieron al color la vida,
erigiendo un universo
de una belleza tan lúcida
que da luz hasta a los ciegos.
La Mona Lisa, tan guapa,
se sonríe todo el tiempo
de aquella Venus de Milo
que nos muestra sus dos pechos
ya que al no tener los brazos
no puede echarse unos velos.
Los Campos Elíseos son
como su calle de fuego,
teatros, cines, cafés,
y de lujo los comercios
que se adornan con el Arco
de Triunfo, que es documento
de los revolucionarios
que libertades nos dieron.
Una llama permanente
sube los cincuenta metros...
soldados desconocidos
perviven con su recuerdo.
La Torres Eiffel es el símbolo
de los adelantos técnicos,
bandera de la ciudad,
postal de los europeos.
Si quieres ver algo hermoso
y no te embargan los miedos
de que los aires te lleven
asciende por su esqueleto...
el paisaje impresionante
hará quitarte el sombrero.
¡París seguro estremece
la médula de tus huesos!
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