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06. DISNEYLANDIA PARÍS O EURODINNEY
© Enrique Alcalá Ortiz
Eurodisney, mundo mágico,
fue nuestra siguiente meta.
Allí tuvieron arraigo
las más brillantes ideas
con que hacen feliz al niño,
a los viejos y las viejas,
Porque todos los de aquí,
y que nadie se me ofenda,
hace tiempo que dejamos
de asistir ya a la escuela.
Allí que veros había
cómo gastabais las suelas,
montándose en los cacharros,
devorando la merienda
y comiendo chucherías
como si fuera la feria
aunque aquí hay mucho más
que la que al pueblo nos llega.
Por eso tienen visitas
de casi toda la tierra
que vienen a divertirse
y a gastarse buenas perras.
(Ruego que nadie confunda
esta horrible palabreja
antes así se llamaba
lo que llamamos pesetas.)
Los cucos americanos
trajeron de las Américas
su montaje de ilusiones
y sus costumbres más viejas;
sus muñecos más famosos,
enamos y cenicientas,
Mickye Mouse, Pato Donald,
Pluto, el de largas orejas,
el bravo Capitán Garfio,
Caperucita y su cesta;
Alicia y sus maravillas,
Peter Pan, el que revuela
sobre la Bella Durmiente
que descansa en un castillo
mientras disfruta la siesta;
el viejo Oeste, los indios,
de Ben Gunn, la oscura cueva,
tíovivos futuristas,
fantasmones de primera;
Robinson en su cabaña,
que a Marbella nos recuerda,
el mundo del celuloide,
pistolas y cartucheras,
aventuras espaciales
en su esplendor y grandeza,
y un ferrocarril que viaja
para mostrarnos la mezcla
de técnica y fantasía
en una atracción perpetua.
Pero no regalan nada,
son grandes sacamantecas,
saben chupar el dinero
al que traspasa sus puertas
aunque lo lleven atado
con una larga cadena.
Salimos aligerados
de billetes y monedas,
y sin embargo Eurodisney
con su caja de sorpresas
no podremos ya olvidarlo,
un buen recuerdo nos deja.
¿Al fin y al cabo no dije
que somos niños de escuela?
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