-
58. Y EN LOS RINCOROS SE OYERON LAS COPLAS, LAS SEGUIDILLAS Y LAS SOLEARES (3)
© Enrique Alcalá Ortiz
LI
El perro cuatro patas,
dos la gallina;
cuatro mil tiene el hombre
que no me anima.
LII
Se perdió mi mente,
perdí la testa;
me quedó el corazón
con sus quimeras.
LIII
Recibo tus recados
a todas horas:
por el día, en la noche,
por las auroras.
LIV
Eres princesa rubia
como dos soles;
mas mi bella andaluza
recoge amores.
LV
Coge tu peine, niña,
que viene a verte
el pájaro que esperas
desde septiembre.
LVI
¡Ay, tus claveles blancos,
claveles rojos
se tornarán seguro
en el agosto!
LVII
Corre sola la oveja
allá en el fondo;
el pastor se pone hoy
ropa de novio.
LVIII
Oro, dijo la suegra,
me traerás,
y la que más desees
tuya será.
LIX
Ay qué ver, fuiste por una,
pero al revés,
que como asno pelado
te dieron tres.
LX
No comentes deprisa
lo de los dos;
espera que antes salga
la luz del sol.
LXI
Ruiseñor en ventana
no quiero yo;
sino mujer que sepa
guisar arroz.
LXII
Se ve en el mar azul
y se ve verde,
el que no logre verla
sus ojos cierre.
LXIII
Días llevas esperando
tu leñador.
Dos años aguantando
Resisto yo.
LXIV
No se lo digas, no;
al de la gorra,
pues quería besarme
la dulce boca.
LXV
Piérdete en mi regazo,
besa mi frente,
salgan en tus mejillas
mil coloretes.
LXVI
¡Cuántas veces mi pluma
-picuda espada-
quiso piropearte
mi bien amada!
LXVII
Si con los sueños de amor
naciera trigo en el campo
podría ser exportador.
LXVIII
Algún día sabrás
que si el llanto es malo,
peor es no llorar.
LXIX
Porque no es que te quiera,
sino que es mi deseo
caminar a tu vera.
LXX
Te miro como el que más,
que si mirando se vive,
no dejaré de mirar.
LXXI
Cantaba pero muy mal
junto a la orilla del río
dentro del cañaveral.
LXXII
No te me lleves el alma,
nene, que si no la tengo,
sin poder pierdo la calma.
LXXIII
Estoy mirando al vacío
desde hace cuatro meses
y no veo al novio mío.
LXXIV
Si me quieres aprobar,
me darás sobresaliente
sin tener que examinar.
LXXV
Allí, allí se ve.
¿Dónde? No lo veo.
Mejor?, ¿para qué?
LXXVI
Perdón, no eres la primera?,
que si te lo dije ayer
fue para que me creyeras.
LXXVII
¿Qué te da igual? ¿Di? ¿Por qué?
Ay, porque perdonarás
la mentira que te eché.
LXXVIII
Lo que pasa, que el amor,
como un frasco de perfumes
se acaba con el olor.
2448 Veces visto -
|
|