© Enrique Alcalá Ortiz

              A José Ramón Peláez Molina

Las calles se unen para ir a la escuela.

La tarde cansada a la noche anilla.

Nocturno aparece. Gran pesadilla.

La luna de cruz parece que vuela.

La clase está harta. La niñez locuela,

en su casa sentada. ¡Maravilla!

Y las calles jugando al pilla y pilla.

Las calles se vuelven a la aldehuela,

con títulos nuevos de licenciadas,

de nada, de política, de historia.

¡Vaya, qué calles tan llenas de gloria!

Los niños y ellas jugando en la noria.

Fiesta -damas, señores-, algaradas,

llenas de nombres parecen letradas.

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