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47. PARTIDA
© Enrique Alcalá Ortiz
De unos tiempos lejanos todavía
traigo el tibio recuerdo cuando quiero,
-y cuando no deseo- del primero
de mis viajes, dormidos de alegría.
¡Qué pronto la rauda melancolía
inundaba mi pecho pasajero,
camino del añorado sendero
que me ligaba con tu lejanía!
La sangre que mi corazón lloraba
-cierta prueba de mi gran sentimiento-
era gotas sagradas de regreso;
llovizna fina que no me regaba
los jardines secos de mi contento...,
mas pocas las lágrimas..., eran eso.
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