-
03. ESOS HERMANOS
© Enrique Alcalá Ortiz
Te sientes fuera de ti,
se han marchado tus sonrisas
buscando los nuevos rumbos,
anhelando nuevas dichas.
Jornalero maloliente,
el de la mente cansina,
el de las manos callosas,
el de las tristes partidas.
Buscando nuevas jornadas
en esas mañanas frías,
en las tardes calurosas,
llenas de sudores, ahítas.
Son tus tardes como noches,
juguetonas, danzarinas;
que rebuscan en tu mente
clara luz y nuevos días.
Creaste en ti al emigrante
que buscando otras salidas,
da sudores al extraño,
da la riqueza maldita,
da los cantos a otras tierras,
da la sangre, da la vida,
a quien al verte desprecia
-lejos su mirada tira-
tu condición desgraciada
tu inferioridad mínima,
pues sólo le sirves tú,
como le sirve una silla...
Emigrante melancólico,
el de las tristes partidas,
el que amamanta rumores,
el que ahoga alegrías.
Condenado, sin condena,
de la sociedad, cenizas;
sin redimir, redimido,
esclavo de los fascistas.
Si eres cordero se mofan
de tus condiciones ínfimas
que ellos mismos abortaron
antes de verse nacidas.
Si reclamas tus derechos
que no te dan, que te quitan,
te regalan la cadena
para atar las energías.
No vaya a ser que picadas
provoquen una estampida
que arrase las construcciones
y desparrame sus tripas.
No vaya a ser que sentados
en todo lo alto, en la cima,
rodando mueran, rodando,
y encuentren su esencia misma.
Cómete el sol del agosto
cuando leas las encíclicas
que de tu sudor se llenan
y condenan comunistas.
Ríete de las soledades
cuando humillaciones miman
los que más pueden y ordenan
pues son los que más estudian...
Errante de viejos éxodos,
tu pisada, como hormiga,
que callada, más constante,
va buscando la comida;
que no te regala nadie
pues no hay pan si no hay lidia
y muchas lidias juntadas
forman las bravas corridas
donde se extasían deseos,
donde cortan armonías,
cálidas indiferencias
y las dobladas rodillas...
La carne se hace persona
si las emociones vibran;
la cara se hace un clavel
que delata una fatiga,
un trabajo, una tristeza,
una promesa maldita,
la que por no llegar nunca
se está haciendo infinita.
Reformador sin tu patria,
mamador de la injusticia,
necesitas trovadores
que te narren con sus liras:
leyendas que mustien sueños
y que ahorquen las morriñas,
que durante años enteros,
los que más tienen, te pisan.
Es hora ya que crepúsculos
se conviertan vespertinas
mañanas iluminadas,
y alboradas amarillas
iluminen esas faces
aunque sea con cerillas
que se mustian al momento
pero que al ser encendidas
caminen por los arroyos
y quizá fuera la chispa
que prenda en las primaveras,
dilatando las pupilas
que, por estar tan cerradas,
parecen que ya no miran.
Es hora ya... Cicatricen
todas las viejas heridas...
¡Qué practicar justicia es
una cualidad divina!
2448 Veces visto -
|