Esta celebración en la localidad se remonta al siglo XVI.
Actos religiosos y actividades lúdicas han conformado la programación.
Manteniendo una tradición que se remonta a mediados del siglo XVI, Priego finalizaba ayer las fiestas en honor al Corpus Christi, cuyo programa de actos se ha venido desarrollando desde el pasado lunes.
Una celebración que sigue manteniéndose en jueves, siendo una de las pocas localidades de nuestro país junto a Granada, Toledo y Sevilla que disfrutan de este privilegio, y que tiene en La Villa su verdadero epicentro. Como cada año, este barrio, origen del actual núcleo urbano de la localidad, luce para la ocasión sus mejores galas, acogiendo sus angostas callejas de inmaculadas fachadas plagadas de flores a numerosos visitantes que recorren su laberíntico vial para contemplar las alfombras y altares efímeros que los vecinos realizan para la ocasión en varias zonas por las que discurre el desfile procesional del Santísimo Sacramento.
Precisamente, la celebración de la procesión del Corpus en horario matinal ha sido una de las principales novedades de la presente edición, desfile en el que se ha estrenado la restauración y el replateado del templete procesional, realizado por el platero granadino Luis de Beas a finales del siglo XVI, y de la custodia portátil que Juan de Polaíno finalizara en 1633, procesionando igualmente un nuevo palio y las varas de éste, cuya estructura ha sido reforzada y plateada, intervenciones que han sido sufragadas gracias a la aportación de tres donantes anónimos.
Igualmente, en el desfile matinal se produjo un hecho cuando menos histórico, ya que por vez primera no estuvo presidido por la autoridad municipal de mayor rango, ya que a esa misma hora la actual alcaldesa, María Luisa Ceballos, estaba tomando posesión como presidenta de la Diputación de Córdoba.
Junto a los actos de carácter religioso, el programa se ha completado con diversas actividades de tipo lúdico que han tenido como escenario La Villa, entre ellas concursos y juegos infantiles, veladas musicales y degustación de paella, entregándose como todos los años un reconocimiento al vecino de mayor y menor edad del barrio, honor que este año ha recaído en Carmen Pérez Ariza y Mario Montes Momparlet, respectivamente.
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