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06. DE LA CARNE DE MIS AGUAS (5)
© Enrique Alcalá Ortiz
21. AGUA CERRADA
I
En esa fuente privada
no dejan beber a nadie
porque sus penas retrata.
Cada vez más se agigantan
esos loros que no tienen
aires de vida en su alma.
No dejan beber a nadie
esas mentes alocadas
y cuya vida Dios guarde.
Cada vez más se agigantan
esos loros que no tienen
aires de vida en su alma.
I I
¿Qué habrá hecho esa agua
para que tenga cadenas
y para estar condenada?
Poner cadena a la vida
es como comerse el aire,
como llover para arriba.
Es como comerse el aire
tener la fuente escondida
sin que la disfrute nadie.
¡Qué tienen que condenarla
por haber nacido libre
sin que nadie le mandara!
¿Qué habrán hecho con el duende
que por las noches salía
con su trajecito verde?
III
No irán ya esos chiquillos
que por las tardes jugaban
con sus risas y sus gritos.
No beberán golondrinas
que hacen sus nidos de barro
en tejados y en esquinas.
Y ese perro tan sediento
que en su camino tenía
el descanso del guerrero.
Y esa hoja tan delgada
-que cayendo hace vaivenes-
ya no tendrá almohada.
¡Qué las cadenas son malas,
y más si éstas sólo sirven
para encadenar el agua!
IV
¡Qué no saben lo que han hecho,
poner puertas y cerrojos
al que camina sediento!
¡Poner puertas y cerrojos
es un gran atrevimiento
que sólo tienen los locos!
Porque el agua es para todos,
para beber, hacer barro,
o para lavarse el rostro.
No para que pongan rejas
que son grilletes y herrajes
de un condenado a galeras.
V
¡Qué pena me da la fuente,
ay, qué penita más negra,
dieron curso a su corriente!
¡Ay, qué penita más negra
tengo yo por esa agua
que nadie podrá beberla!
22. EL PRECIO DEL AGUA
¿Sabes mujer lo que cuesta
un vaso de agua?
No te molestes en saberlo,
no vale nada.
Por mucho dinero en papel
o mucha moneda de plata
que tiren o acuñen
las fábricas
es un valor intangible
el agua
que cubre la tierra
en mares de agua salada,
en ríos de agua dulce,
en lagos de agua parada,
en nubes ya negras,
ya blancas,
o en penas del hombre
que muestran las lágrimas
que impresionan al momento
pero son olvidadas
sin saber el motivo
que hizo derramarlas.
No tiene precio,
nadie nunca podrá tasarla.
Se podrá medir con pesas,
se podrá medir con básculas,
podremos,
si queremos, transportarla
en depósitos enormes
o en cántaras.
Tan importante.
Sin ella no hay nada.
Incluso las armas
que vomitan fuego
cuando las disparan,
al final serán
sólo agua.
No te molestes en saberlo:
¡no vale nada!
23. LA FUENTE DEL PATIO
A Angelina González y Javier Matilla
Se estremecen las avispas
con el agua de los caños.
Surtidores de agua fresca
en los andaluces patios
cantan a las parras negras,
cantan a los verdes pámpanos,
de esas vides andaluzas
que sombrean los veranos.
Blancas las paredes pinchan
desconchones calcinados
que reflejan luces pálidas
mientras se secan las manos.
Un gato se acerca lento
con sus andares de gato.
La fuente vibra de gusto
y va gotas salpicando.
Se estremecen las calores
con el agua de los caños.
Quizá por eso las fuentes
se pusieron en los patios.
24. MENOS DARTE EL COMPLETO
Se trajeron del monte,
del monte se trajeron
el varapalo duro
con el que te pulieron.
Verde de olivo. Grises
de mudos escarmientos.
Rojizos y morados
te formaron el cuerpo.
Amarillo y pajizo,
pardo de palo seco,
te dieron en la carne
para hacerte silencios
y trocar las ideas
que guardabas adentro.
Deseaban cambiarte
para hacerte de nuevo
y darte otros vestidos
que sirvieran de peto.
Que borraran ideas
y ataran esos sueños
que su mente dormida
no podría ni olerlos,
pues su vida de falsa
es camino de retro.
Qué se traigan del monte
las ventanas a cientos,
para hacerte bermejas
ampollas en el pelo
y pintarte de azul
el rosa de tus cueros.
Todo podrán pintarte
menos tus pensamientos
que serán siempre claros
pues limpios te nacieron...
Con dolor te machacan
sin partir ese entero
de dureza de tierra
y raíces de un pueblo
que exigen tener siempre
entre sus blancos dedos,
pues quieren que tú seas
lo mismo que son ellos.
Qué se coman tus carnes,
qué machaquen tus huesos,
qué se beban tu sangre,
qué te den sólo negros,
-si quieren adelante-
qué te hagan otro tiempo,
podrán si quieren todo
menos darte el completo
de un sentir que volando
derrama los sinceros
que taponan sus vistas
aunque se hallen muy lejos.
Qué traigan todo el monte,
será un abono bueno.
Todo podrán pintarte,
menos tus pensamientos;
podrán si quieren todo,
menos darte el completo.
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