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04. IMPRESIONES CARNALES
© Enrique Alcalá Ortiz
67
Es una oscura carretera
por donde circulan
los celos de los hombres
perfumados.
Igual que en el espacio
no hay señales de tráfico
ni límites de velocidad.
68
Me invitan
a que encienda
en la pira de su fuego
para que haya procesión
de luminarias comunes.
Necesito la opción
de alumbrar libremente
mis agujeros oscuros.
69
Pusieron su símbolo
en los pétalos
de una rosa blanca.
A los pocos días
estaban todos sobre la mesa
con los colores desvaídos.
Nadie quiere recomponerlos.
70
En la misma botella
chupaban todos
un líquido interminable.
Del sabor
nadie era consciente.
71
Ponían velas
y más velas encendidas.
Nadie se acordó
de pulsar el interruptor.
72
Coleccionaban
cañas de pescar
con abundantes anzuelos preparados.
Nunca encontraron
la carnada ni el río
con los peces necesarios.
El sedal lo usaron
para descosidos espirituales.
73
Con promesas embarazadas
decoran los dinteles
de sus puertas vigiladas.
A la hora del parto
nadie aguarda al infante
para prohijarlo.
74
Asunto de ruido
porque no oigo nada.
Las voces no son silencio.
75
La noche de las lechuzas
es propicia
para las pupilas dilatadas.
Picos encorvados
esperando insectos.
76
Fueron apilando
en cajas prismáticas
las caricias
de los labios húmedos.
No encontraban caras
donde dejarlos por unidades.
Sin correspondencias
unívocas.
77
La leche que se toman
estaba fría de blanca.
Le daban color
con el blanco del azúcar.
Duplicidad de colores
en sustancias. Mal asunto.
78
Con razón le llamaban
pecados mortales.
Van quedando tan pocos.
79
Vistieron sus vértices
con las aristas
de otros ángulos.
Una geometría
pitagórica renacentista.
80
Se divorciaron con el medio
cuando enterraban sus habilidades.
Tiraban al suelo
lo que habían sacado del viento.
81
Sonó un disparo
para herir frontispicios.
La bala
volvió a la vaina
por su propio impulso.
82
Rivales en deseos
encontrados.
Para hacerse
amigos en el cruce.
83
El cuerpo de su voz
tomó alma
en una filosofía voraz.
Encarnaciones espirituales
que pasan de un estado a otro.
84
Los ríos de sus arrugas
convergían en una mirada perdida.
Los deltas de la piel
cultivaban inestables actitudes
regadas con lágrimas de espuma.
Dejar la huella fuera de ojo.
85
Daba buenas sensaciones
cuando se le secaba el sudor
con una toalla de esparto.
Frecuentemente se le congelaba,
impidiendo extrapolaciones carnales.
Manantiales múltiples.
86
Emulaban odiseas
que otros habían imaginado
en noches de insomnio perturbado.
Aventuras ficticias
para sostenes de necesidades.
87
Desde el recinto más oscuro
se vieron largos
y repetidos atardeceres.
Sumaban luces extinguidas
a su ceguera.
88
Alrededor del fuego
se formó un círculo
de abrigo.
Todos los fríos
eran bien acogidos.
89
Llegará el tiempo
en el que las sombrillas
dejen pasar
las sonrisas de los gigantes.
Harán fiesta
en la seriedad de los pigmeos.
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