© Enrique Alcalá Ortiz
El corpus de copletas del Cancionero de Priego está lleno del tema amoroso. No podría ser de otra forma. En esta manifestación popular -los rincoros- falta la crítica social, política o religiosa que se da en otras clases de cantes. Hay dos temas que predominan uno es el amor y sus consecuencias; y otro es el sentido humorístico y jocoso. De tal forma, que casi todo el conjunto podría estar incluido en uno de estos dos temas preponderantes.
En tres partes hemos presentado el capítulo:
- Amor feliz (Deseos de amor, amores eternos, amores logrados).
-Amores rotos.
-Penas de amor.
Amor feliz
Empezamos por él para que tengamos buen principio, no porque sea el más abundante o significativo.
Destacamos como primera nota característica -siguiendo a Menéndez Pidal la austeridad moral. Es éste el rasgo más sobresaliente y persistente a través de todos los tiempos en las coplas de tema amoroso de la literatura española. Este rasgo lo continúan teniendo nuestras copletas. Estamos, por tanto, dentro del más puro estilo Tradicionalista de la lírica galaica o castellana medieval, de las cantigas de amigo, o de los poemas arábigo-andaluces. En todos ellos el amor alcanza verdadera sublimación en la castidad.
En la lírica popular francesa del siglo XII abundan, por el contrario, las coplas que hacen mofa al marido burlado. ¡Hemos encontrado una que hemos puesto en el capítulo de los toros! Falta, asimismo, un sentido erótico y sexual, que se encuentra subyacente o dormido, pero que no se manifiesta. El amor aquí -como dice Ortega y Gasset- es un eterno insatisfecho. A todo lo más que se atreve es a expresar
...quisiera pedirte un beso
y que no me lo negaras.
Lo que más abunda es el deseo de hablar, no olvidar, adorar, desear, querer verte o soñar. Poner las caras juntas ya es un gran atrevimiento. Por otra parte, sorprende muchísimo -por lo raro que es encontrarlas- algunas letras que nos hablan de amor satisfecho, pero siempre que sucede esto es... en cama de matrimonio.
La noche que me casé,
pensaba que iba a morir;
y era gloria con tomates
cuando se apagó el candil.
Suceso éste explicado con gran finura y con una elegancia del más alto estilo. No faltan las coplas soeces y vulgares, abundantes en tiempos más recientes, pero éstas no se cantaban en los rincoros.
1
Ahora sí que canto yo,
ahora sí que yo me río,
ahora sí que tengo yo
todos mis gustos cumplíos.
2
A la de lo colorao
se lo quisiera decir,
y me da mucha vergüenza
dígaselo usted por mi.
3
A la luz de un candil triste
soy mujer y me atrevía,
a hacer una escritura
con tu sangre y con la mía.
4
A mí me quieren quitar
de que yo tu cara vea;
ponsima de quien le estorbe
tengo que hacer la verea.
5
Amor mío, vienes tarde
y te quieres ir temprano;
mira que yo no recibo
visitas de cirujano.
6
Anda, vete y vuelve luego,
y vuelve sobre seguro;
que lo que no has alcanzao,
no lo alcanzará ninguno.
7
Atermínate a querer,
no me seas temeroso,
que a lo que te sobrevenga
yo te saco victorioso.
8
Cantaré que estoy alegre
como la fresca mañana,
otro día lloraré,
ahora no tengo ganas.
9
¿Cómo quieres que la olvide
si ha sido medianera,
y el amor cría raíces
como la planta en la tierra?
10
Como tú no estabas hecha
a tener novio en tu vida,
por uno que te lo dijo,
te subiste en la viga.
11
Cuartillo y medio de sangre
diera yo por tu querer;
y otro cuartillo y medio
porque fueras mi mujer.
2449 Veces visto -