Pleno de la moción de censura

La moción de censura obtuvo ayer respaldo en el Ayuntamiento de Priego de Córdoba, de manera que la popular María Luisa Ceballos dejó de ser alcaldesa y el cargo lo ocupa el socialista José Manuel Mármol, sumando a los seis concejales del PSOE los cuatro del PA y uno de Participa Priego. Mármol ha concentrado así los once votos de la oposición para superar a los diez con que cuenta el Partido Popular, cerrando la etapa de dos años de gobierno de Ceballos. La acción --precedida de un clima político muy tenso, con una manifestación y actos de apoyo a la ya exalcaldesa--, es perfectamente legítima: los grupos han unido sus fuerzas para acceder al gobierno municipal, asegurando que en la nueva etapa conseguirán el dinamismo, eficiencia y atención a las aldeas que, arguyen, no ha logrado el equipo del PP. Están en su derecho, como lo está el PP al señalar que no había otra razón que la obsesión por desbancarle de la gestión municipal. Como dato no es cuestionable la dedicación exclusiva por la que en este mandato había optado Ceballos, renunciando a ser diputada en el Congreso después de haber superado ya su periodo de presidenta de la Diputación a la par que alcaldesa. Ahora es el alcalde el que es senador y, al parecer, seguirá siéndolo. Es difícil saber, a mitad de mandato, si la moción era necesaria y acertada o, simplemente, forzada y oportunista. Ni siquiera, el subjetivo balance de la gestión que cada parte pueda hacer nos permite olvidar que la política local tiene sobrados ejemplos en los que las razones, los intereses o las complejas relaciones personales, crean su propia singularidad, ajena a veces a las estrategias globales de los partidos (por ejemplo, Podemos no apoya la decisión de Participa Priego). En todo caso, entendemos que esta moción supone un paso arriesgado, porque si sabemos que estos dos últimos han sido años complicados, pese a estar la lista más votada al frente de un gobierno en minoría, siempre surgen dudas sobre la capacidad de resistencia que puedan demostrar las forzadas costuras de esta nueva mayoría. En cualquier caso, el paso ya está dado. Lo importante ahora es la responsabilidad que asumen los nuevos rectores de que Priego no pierda con los cambios.