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10. A LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN
Por José Serrano Aguilera.
© Enrique Alcalá Ortiz
¡Oh quién me diera ahora
pecho de serafín, lengua más pura,
para entonar, Señora,
con mágica ternura
un himno de alabanza y de dulzura!
¡Oh si mi pobre lira
un torrente brotara de armonías!,
¡si el aura que respira
mi débil fantasía
produjera a raudales la poesía!
De tu alma dichosa
quiso hacer presa la infernal serpiente
mas, ¿qué puede, rabiosa?,
¿qué, el infierno rugiente
contra el eterno Dios omnipotente?
Y fuiste inmaculada
desde el primer instante de tu vida,
pues eras destinada,
y así favorecida,
para traer la luz apatecida.
Y tu virgínea planta
humilló la cabeza levantada,
y fuiste pura y santa
y bienaventurada
desde tu concepción inmaculada.
Y todas las criaturas
su reina te proclaman soberana
y cantan tus dulzuras
la luz de la mañana,
el ancho cielo, hasta la mar insana.
Mas,... ¿qué me será dado
decir de tu pureza inmaculada
si Dios te ha designado
por madre suya amada
de ángeles mil servida y adorada?
¡Oh Sol!, que en carro ardiente
traes este día con fulgor no usado
Tú, al nacer por Oriente,
puedes ver eclipsado
la excelsa Reina, que el Señor te ha dado.
Y Tú eres el consuelo
Y Tú eres el refugio y fortaleza,
y en este bajo suelo
Tú, Madre, mi grandeza,
Tú eres mi dicha, en fin, y mi riqueza.
Cuando en noche horrorosa
el pobre marinero va perdido
y no escucha otra cosa
sino el ronco bramido
del fiero mar, del rayo y el estampido.
Entonces, a los cielos
alza su vista y tu poder implora,
y Tú rasgas los velos
de tempestad sonora,
y calmas a la mar aterradora.
A Ti de sus legiones
los españoles Reina te aclamaron,
y cual fieros leones
al mundo conquistaron,
cuando tu enseña en su pendón llevaron.
Mas, hoy que las maldades
asolan a tu España tan querida
extiende tus bondades
y tenla protegida,
y llévala a gozar, ¡ay!, de la vida.
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