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42. NO CANTO PORQUE ME OIGAN
Lo importante es llenar el aire de alegría.
© Enrique Alcalá Ortiz
Hasta hace muy poco existían en los bares del pueblo letreros como estos: Prohibido el cante. No sé si el letrero conseguiría apagar los jipíos de las voces tronadoras, todas con estilo aflamencado que llenaban el recinto de la taberna y salían resonantes a través de puertas y ventanas buscando los oídos de los pasajeros. A los pocos tragos, un componente del grupo bebedor, sin pensárselo dos veces, se arrancaba por solitario y entonaba una siguiriya, una soleá, un martinete o un fandango. La calidad brillaba por su ausencia. Pero quién pensaba en eso. Ese detalle era impensable. Lo importante era llenar el ambiente de alegría que, junto al vino, embriagara los momentos de preocupación y pusiera el espíritu en la onda del goce.
En los modernos festivales flamencos que hoy se organizan, junto al rito del cante, los buenos aficionados se acompañan con acompasados tragos de vino de la tierra. Continúan estos dos elementos -vino, cante- amalgamados a pesar de que el cante se ha vuelto espectáculo con entrada previa, dejando de ser un estilo de vida. Porque esto es lo que muestra el sencillo cartel tabernero de tasca de barrio, prohibido el cante, un estilo de vida con su filosofía y sus credos.
El cante acompañado de baile no tenía su recinto en la barra del bar. Llenaba por completo las vivencias de un pueblo que no leía, ni oía la radio, ni veía la televisión y sufría en sus carnes las estrecheces de una vida que si de algo estaba llena era de necesidades y de carencias. Se cantaba en el bar, en los rincoros de la calle, mostricando mazorcas, en la matanza, en los carnavales, en las fiestas populares, en las procesiones, en la iglesia, en las escuelas, haciendo las faenas caseras, en el campo, en el tajo, en todas las partes y por todas las gentes del pueblo. El cante no era composición musical solamente, sino un apagafuegos que hacía agua la nieve de la vida. En esta tesitura, casi llegamos a comprender el significado de estos versos:
No canto porque me oigan
ni porque luzca mi voz.
1. Con el cante y con el baile
2617
Ahora sí que canto claro,
porque me he comido un huevo
que me dio una serrana
al pasar un arroyuelo.
2618
Ahora sí que canto yo
con contento y alegría,
de ver que tengo a mi lado
la prenda que yo quería.
2619
Anda vete, corre vete,
embustero bailarín,
que en la cara te conozco
que me vienes a mentir.
2620
A tu puerta hemos llegado
sin guitarra y sin vihuela:
pa la mierda que tú vales
basta con esta cencerra.
2621
Bien sé que estás acostada;
bien sé que durmiendo no;
bien sé que estarás diciendo:
ése que canta es mi amor.
2622
Calla, si quieres callar,
narices llenas de mocos;
ya que no sabes cantar:
deja que canten los otros.
2623
Canta tú, cantaré yo;
cantaremos a porfía;
tú le cantas a tu novia,
yo le cantaré a la mía.
2624
Compañerita del alma,
a mí nunca me ha gustado
cantarle coplas a nadie
que es oficio rebajado.
2625
Con el ay, con el ay, con el ay,
con el ay de la pata la llana,
a mí me gustan las niñas
que bailen las sevillanas.
2626
Cuando sales a bailar
a la carrera y al trote,
con la cabeza acachá:
¡qué buen palo en el cogote!
2627
Cuando sales a bailar
con el remangue y la toca,
le pareces a mi burra
cuando le pica la mosca.
2628
Cuando sales a bailar
con ese garbo y salero
una campana de plata
dejas pintada en el suelo.
2629
Cuando una chata va a un baile
y no la quieren sacar,
se le ponen las narices
que le quieren reventar.
2630
Cuando una tuerta va a un baile
y la sacan a bailar,
se le pone el otro ojo
que se le quiere saltar.
2652
Muchachas, cantad, cantad,
muchachas, reíd, reíd:
que viene un vagón de novios
a perrilla el celemín.
2653
No canto porque me oigan,
ni porque luzca mi voz,
canto porque no se junte
mi pena con mi dolor.
2654
Por muy de recio que cante
mi amante no me ha de oír,
porque la prenda que adoro
está lejillos de aquí.
2655
Porque canto y me divierto
me llaman la escandalosa:
a la edad de quince años
no tengo edad de otra cosa.
2656
Qué alegría es cuando ves
cantar, reír a las gentes,
pero yo tengo mis ojos
que parecen dos torrentes.
2657
Que no voy sola
de noche al baile,
que me ha dicho mi marinero
que la luna sale tarde.
2658
Ronca estoy, cantar no puedo,
necesito un limpiavoz,
y ya me lo están haciendo
de los labios de mi amor.
2659
Saca tu novia a bailar,
sácala y písale el pie
y si se pone colorada
se lo pisas otra vez.
Como variante deformada de los dos primeros versos tenemos:
?Bien sé que tienes la mano
donde el pensamiento yo?.
Remangue, respingo, levante.
Variante de los dos últimos versos:
se le ponen las narices
como una gata pisó.
En Castil de Campos, Priego de Córdoba, se le pisaba el pie a la moza que se pretendía para que saliera a bailar.
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