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07. SEMBLANZA DEL AMOR HUMANO (I)
La dulzura de amor feliz.
© Enrique Alcalá Ortiz
"Hizo, pues, Yavé Dios caer sobre el hombre un profundo sopor; y dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar con carne, y de la costilla que del hombre tomara, formó Yavé Dios a la mujer (...)".
Desde entonces, el hombre, aburrido con tanta naturaleza salvaje y de tanto animal sin domesticar, tuvo a un par, a un semejante para hacerle compañía, para que le sirviera de ayuda, de expansión amorosa y sobre todo con un objetivo principal: la perpetuación de la especie. Sin ella Adán no hubiera tenido descendientes a quien legar su pecado original.
En el hombre, el instinto sexual se convirtió en un tabernáculo donde puso la estatua del enamoramiento. El dios cargado de usos culturales se le cubrió con los ropajes de las llamadas, sonrojos, deseos, ilusiones, sueños, miradas, esperas, celos, desencantos y felicidades. Una vez en la vida y toda la vida una vez, por toda su vida, y con toda su conciencia despierta de su vida en vela, y de su conciencia en sueño, el hombre se hace enamoramiento e instinto en una mezcla difícil de averiguar en qué proporción entran los dos componentes. Y si alguien intenta averiguarla se le presenta bastante embarazoso.
Pero así como en el uso del instinto el encuentro camal es placentero y droga somnífera, en su enamoramiento, el hombre se encuentra con un displacer no buscado. Se le revuelve la fiera del amor picando sus carnes e inoculando el veneno del dolor y de la pena. En ese proceso de acercamiento no es todo camino de rosas. Estas poseen picudas espinas que punzan y producen los más terribles tormentos, los más enormes desencantos. Si al final se consigue llegar a la meta es fácil que se rompa y no madure el primer encuentro. No todos los tanteos se convierten en plegarias unísonas al dios amor. Las rupturas, como las penas de amor, son yerba que cubre con sus olores la pituitaria de las coplas de este Cancionero donde el amor es siempre oxígeno que exhalan los versos.
1. Amor feliz
1821
Aunque tengas más amores
que hojas tiene un jazmín,
ninguno te quiere tanto
como yo te quiero a ti.
1822
Cuando se está enamorado
como yo lo estoy de ti,
no hay en el mundo persona
que pueda ser más feliz.
1823
Cuando tú veas llover
y el agua subir pa arriba,
entonces podrás decir
que mi corazón te olvida.
1824
Cuando veas que se juntan
agua del mar con el cielo,
entonces podrás saber
lo mucho que yo te quiero.
1825
Dame un besito y adiós,
serrana, y vete a la cama,
que no quiero que por mí
pases frío en la ventana.
1826
De tu corazón al mío
hay una cinta de seda
y que de tanto querernos
ni se ensucia ni se enreda.
1827
Dicen que lo negro es feo,
yo digo que no es verdad,
porque los besos bonitos
se dan en la oscuridad.
1828
Esta noche y la pasada
he dormido a la serena,
en una cama de flores
al lado de mi morena.
1829
Esú, qué cosa más grande,
esú, qué barbaridad,
que se ha llenado la casa
con un hombre nada más.
1830
He comprado una corona
de una fina platería
pa ponerla en tu cabeza
que seas reina por un día.
1831
La gente me mira mucho
y yo bonita no soy,
pero al hombre que más quiero
hasta el corazón le doy.
1832
La mañana ya ha venido,
qué rico sueño tenemos,
se habrá quedado dormida
en los brazos de su dueño.
1833
La mocita que más quiero
yo me la llevé a un palmar,
palmitos le estuve dando
hasta que no quiso más.
1834
Las estrellas he contado
para ver la que me sigue,
a mí me sigue una estrella
chiquitita pero firme.
1835
Me casé con un buen mozo,
trabajillo me costó,
pero me llevé la gala
de decir que era mi amor.
1836
Mucho se quieren dos primos,
más se quieren dos hermanos,
más se quieren dos amantes
agarrados de las manos.
1837
No me jarto de mirarte,
bella flor de primavera,
porque fuiste la primera
que a mi corazón llegaste.
1838
Olé, y olé, y olé,
olé, y olé, mucho y bueno;
anoche le di un abrazo
y un besito a mi moreno.
1839
Por ser de caballería
es por lo que más te quiero,
pa que sepas, vida mía,
como quiere un caballero.
1840
¡Qué bueno está el chocolate
a las seis de la mañana,
un cigarrillo bien fuerte
y la novia en la ventana!
1841
Quédate con Dios, ventana,
pregunta a la que te cierra,
que si se acuerda de mí,
como yo me acuerdo de ella.
1842
Si tú me quieres a mí
como yo te quiero a ti,
el día que nos casemos:
¡vaya una vida feliz!
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