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17. ANTOLOGÍA DE PERCY. (José Madrid Mira-Perceval) (XIII)
Con las poesías: "Quinielas porcinas", "Pérdida", "Croniquilla", "Dios te lo pague, Melchor", "Los centros de enseñanza media y profesional"
© Enrique Alcalá Ortiz
QUINIELAS PORCINAS
Los señores carniceros
están ya que echan las muelas;
dicen que los consumeros
les da por hacer quinielas
a costa de sus dineros.
No sé si tendrán razón
y si estarán en lo cierto,
pero es verdad que al jamón
lo toman por un boleto
que llenan con ilusión.
Con una larga chivera
ponen detrás un empate
que es como una X cualquiera;
con lo cual todo el que mate
ya sabe lo que le espera.
Que no lo podrá salar.
Pero el resultado es nulo
y nadie lo ganará.
iiSi no pone un dos o un uno
ninguno lo acertará!!
PÉRDIDA
Con una pluma prestada,
porque he perdido la mía,
escribo hoy la Percylada
faltándole la ironía
que mi pluma le prestaba.
Acaso sería algún «rojo»
quien la pluma me robó
o como tenía el clip flojo
la hubiese perdido yo
(lo del hurto fue un antojo).
Pero tengo comprobado
que la pluma se perdió
¡El que se la haya encontrado
tal como dice el pregón
será bien gratificado!
CRONIQUILLA
Nada en la semana
digno de mención,
niños en la cama
con sarampión.
Algunos catarros
que son pasajeros,
las calles sin barro,
pues no hubo aguaceros.
Hallé al fin la pluma
y al que la ha encontrado
ya, con cierta suma,
lo he gratificado.
Con la Nochebuena
se aproxima enero
y desde de Lucena
llega el turronero.
Ya no hubo elecciones,
fue cosa pasada,
ni más procesiones;
en resumen, nada
digno de mención
en tan corto espacio;
el día del patrón,
que fue San Nicasio.
Una novedad
ya la conocéis
¡¡qué en nuestra ciudad
se ha casado un Rey!
DIOS TE LO PAGUE MELCHOR
Un mago que en la cultura
es un rey del occidente
me dejó, con galanura,
un rico y bello presente
de fina literatura.
Para restarle importancia
él, lo titula «Un retrato»,
porque tiene la elegancia
el gracejo y la fragancia
de todo un gran literato.
Me causó grata impresión
y aún me dura la emoción,
de tan simpático trato
¡porque eso más que un retrato
es... favorable ampliación!
LOS CENTROS DE ENSEÑANZA MEDIA Y PROFESIONAL
Institutos Laborales,
gran acierto del Gobierno,
acierto de autoridades
que con cariño paterno
van creando en las ciudades.
Hoy ya se puede afirmar,
por ser cosa bien segura,
que la población rural
ha de tener más cultura
como es lo natural.
Y no se malograrán
los talentos naturales
que con frecuencia se dan
en muchos de los rurales
que por esos campos van.
Esto lo vengo a decir
por un caso muy curioso
que ahora voy a transcribir.
Fue un lechero muy famoso
bien conocido de aquí.
Si la memoria me es fiel
al lector su nombre dejo
tal y como era él:
se llamó Julián Pellejo
y no sabía ni leer.
Pero sí versificar
como los grandes talentos,
por esto voy a recitar
sus famosos mandamientos:
Mucha atención; escuchad.
Un cortijero simplón
que vendiendo leche va,
ha compuesto esta oración,
(sin conocer ni la a),
que los mandamientos son.
«El primero amar a Dios
sobre toítas las cosas;
considera que el Señor
sufrió una muerte amargosa
para nuestra salvación.
El segundo, no jurar
el su santo nombre en vano;
juramentos nunca echar
porque aquel que jura en vano
por andequiera que va
Dios lo deja de su mano
y lo pasará mu mal.
El tersero es dir a Misa
y oírla con devoción
como cosa mu precisa.
No trabajar; distrarción
es lo que Dios mus avisa.
El cuarto, honrar pare y mare
como se debe jaser,
porque a la mare y al pare
siempre se deben querer
ya que al hijo dan su sangre
además de dale el ser.
El sexto, no fornicar:
el hombre ha de conoser
que se debe de esposar,
disfrutar de su mujer
y disfrutar sin pecar,
porque Dios con su poer
que el mundo mandó acabar
en el arca de Noé
de cá clase dejó un par.
Dejó al hombre y la mujer
para poder procrear
y ese aumento viene a ser
el de toa la cristianad.
El sétimo es no robar
y condena al que hace un hurto;
el que nunca robó ná
ya puede vivir a gusto
y tener tranquilidá.
Ortavo, no levantar
nengún farso testimonio,
ni mentir, ni mermurar;
que d'esa forma el dimonio
no se pué a uno arrimar.
Noveno: no endiquelar
nenguna mujer ajena.
El que se yega a esposar
es que la iligió por güena;
sí otra pone en su lugar,
¿no es un doló u una pena
y hasta un pecao mortal?
¡Cuántas almas se condenan
tan sólo por variar!
Lo mismo mujer que hombre
porque en tar caso es igual,
que tó lo que no está en orden
siempre resulta mu mal.
Désimo, no codiciar
nengunos bienes ajenos.
El que codicia ase mal
y se pone en mal terreno
para la groria ganar.
Estos diez mandamientos
se puen encerrar en dos:
tener güenos pensamientos
y servir y amar a Dios y al prójimo al mesmo tiempo.»
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