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12. ANTOLOGÍA DE PERCY. (José Madrid Mira-Perceval) (VIII)
Con los poemas: "Vano empeño", "Contestando a Cyper", "¡Qué los vistan!", "¡Cómo está el patio"!
© Enrique Alcalá Ortiz
VANO EMPEÑO
Por Cyper
Quiero que sepas, paisano,
que eres torpe y testarudo.
¿Hay en nuestro pueblo alguno
de juicio recto y sano
que en la plaza no se pare?
Fastidias a los gendarmes...
más no quiero que te alarmes
porque en tu falta repare.
¿Tus sanos ojos no miran
lo mismo que yo lo veo
que eso además está feo
y los guardias no respiran?
Tu sana salud se queja
de que trinques un catarro,
o que te llenes de barro,
o que te pique una abeja.
¿Y no es más triste que fueses
de un neumático aplastado
por haberte estacionado?
Tú te quejas muchas veces
de los riesgos de la vida,
de lo cara que se ha puesto;
¿Y no te expones con esto
a una multa o a una huida?
El guardia esgrime razones,
insiste, ruega y porfía.
¿Llegará ?dice- algún día
que se acaben los plantones?
Esta y otras mil, que diera,
son razones convincentes
por las que deben las gentes
platicar siempre en la acera.
?.
Querido PERCY, ten calma,
no temas que te suplante,
tu verso es más elegante;
tu gracia tiene más alma.
Mi sana intención aparte
yo no he querido ofenderte,
tan sólo quiero ofrecerte
las primicias de mi arte.
CONTESTANDO A CYPER
Cyper, me dejas perplejo
y una explicación te pido.
El por qué darme consejos,
falta que no he cometido,
ni de cerca ni de lejos.
¿No serás tú por ventura
quien la falta cometiera?
Pues si es así, so... asaúra
a qué mandas a la acera
a esta pobre criatura.
Que soy torpe y testarudo
lo saben hasta los payos.
¡Todos no son Unamuno!,
pero que semos tocayos
eso ya lo sabe uno.
Tú no has querido ofenderme,
y de ello haces alarde
a tu primicia ofrecerme;
tiene humorista el ADARVE
que pueda sustituirme.
Ya estás pues correspondido
y te juzgo con encono,
porque lo que me ha dolido,
lo que jamás te perdono,
es que me hayas invertido.
¡QUÉ LOS VISTAN!
Lozano, aunque grueso muy Gallardo,
Moreno y abultado de Carrillo,
con traje sumamente estropeado,
pues siete años ha, no los han vestido.
Pedrajas o Jiménez me lo dijo
y desde luego, no me han engañado.
Si roto está el padre, Ma...roto el hijo
para el cargo que ocupa, descuidado.
Vestirlo cada año era costumbre
porque una Sociedad, de rango y nombre
correcta y elegante, servidumbre
debe tener, ¡que no parezca pobre!
Yo propongo a la Junta Directiva
que si se encuentra en situación precaria
no existe para la misma disyuntiva:
¡A girar otra cuota extraordinaria!
¡CÓMO ESTÁ EL PATIO!
En la calle de Arlabán,
en el centro de Madrid,
tienes un bar-restaurant,
le llaman el Patio allí,
donde los paisanos van.
Bien se pudiera decir,
pero sin temor a nada,
que tiene Priego, en Madrid,
en ese bar la embajada
con paisanos más de mil.
En zócalo y mostrador
hay mosaicos refraneros,
y en lo pared un montón
de retratos de toreros
que llevan a la afición.
Ventanas con sus tejados
de teja multicolor
y toneles empotrados,
falsa parra, es un primor
con sus racimos colgados.
Junto a una celosía
y debajo de un alero,
que recuerda Andalucía,
un trabuco bandolero:
¿Será el de José María?
Allí no escuchas francés
ni tampoco hablar el checo;
en tal caso, algún inglés
que prefiere hacerse el sueco
porque no te quiere ver.
Lo que verás siempre allí:
gente de Cabra y Lucena,
de Rute y Puente-Genil,
Moriles, Luque, Baena,
de Castro y Benamejí.
Si a Madrid al Patio vais,
sobre todo y desde luego,
lo que más allí veréis,
es a la gente de Priego
y también de Carcabuey.
Parodi, que es muy galante,
me presentó allí a un paisano
de simpatía rebosante:
Juanitos Cobos Serrano,
servicial en todo instante.
De pronto vimos que allí
había entrado un señorito
que parecía un figurín,
con su pelo rizadito,
guapo como un San Luis.
Mi buen hombre pidió un «cóctel»
y el barman, ¡qué maravilla!,
dijo, moviendo el cogote:
aquí no, sólo Montilla,
eso Casa de Chicote.
Puedo servirle «morapio»,
cerveza, tinto o anís,
a lo que contestó el «apio...»
saliendo pronto de allí
¡Jesús y como está el patio?!
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