-
09. ANTOLOGÍA DE PERCY. (José Madrid Mira-Perceval) (V)
Con las poesías: "Un relato inquietante o los bares de mi pueblo", "Fábula", "Sevilla rejuvenece", "Resignación", "El duelo se despide en la iglesia".
© Enrique Alcalá Ortiz
UN RELATO INQUIETANTE O LOS BARES DE MI PUEBLO
Un tal «Cristóbal» «Vidal»
que viajaba por «Europa»,
quiso a «España» visitar
y hacerse una poca ropa
por estar hecho un «Adán».
En vista de la escasez
de gasolina y carbón,
el hombre cogió el «Exprés»
y el «Gasógeno» dejó
en territorio francés.
A nuestra «Patria» querida
como un «Águila» voló.
¡Qué buena «Vela»! En seguida
lo que buscaba encontró,
que era ropa a su medida.
Fue un «Triunfo» bien conseguido
encontrar aquella tienda
y un traje tan bien cosido,
una verdadera «Prenda»
tan elegante y «Pulido».
Recorriendo «Andalucía»
quiso Priego conocer
y un «Atranque» en: «La Tardía»
tuvo, por tanto beber,
que le iba a costar la vía;
Con un mediano tablón
se fue todo hecho un demonio
de «Campos» aI «Bodegón»,
al llamado «Bar Tricornio»,
y «Juanito» el del jamón.
Libó algo extraordinario;
casa «Rogelio» se hinchó,
en «Los Pepes» Centenario,
y en una «Venta» murió
(la que está en el extrarradio).
FÁBULA
Cuentan que un barbero un día,
tan poco trabajo daba
que a dos o tres afeitaba
en su pobre barbería.
¿Habrá otro?entre sí decía?
más desgraciado que uno?
Y cuando el rostro volvía,
se encontró que otro barbero
estaba pelando a un burro
por detrás del matadero.
MORALEJA
No te quejes de tu sino,
sin fijarte en tu vecino[4].
?SEVILLA REJUVENECE?
Sentado aquí en un café
se divisa la Giralda
y pasa cada mujer...
Con ella hay que compararla
por su gracia y esbeltez.
¡Pasa cada maravilla!,
¡pasa cada monumento!,
que doy saltos en mi silla
y me ocurrió de momento
escribir esta quintilla.
Si ahora mi mujer me viera
en la silla dando botes,
seguro que me dijera:
?¿Estás tú para esos trotes
con cincuenta primaveras?[5]
RESIGNACIÓN
En mi cabeza la nieve
empieza ya a blanquear.
Mi fresca boca los dientes
se empiezan a menear,
van cayendo lentamente,
lentamente, sin cesar.
Aquellos ojos imponentes
se han quedado en la mitad.
He de usar gafas o lentes
si quiero ver al mirar.
Mi carne tersa y morena
arrugada y negra está;
el mirarme es una pena,
ya no puedo conquistar.
Cada conquista un fracaso
que sirve de hilaridad,
¡estoy llegando al ocaso,
me tendré que resignar!
EL DUELO SE DESPIDE EN LA IGLESIA
Una esquela de papel
toda orlada de negro
es lo que suelen hacer
por ser costumbre en el pueblo
que nadie sabe leer.
En el renglón principal
la difunta o el difunto,
director espiritual,
la familia viene al punto
y los amigos detrás.
Después, a renglón seguido,
lo que nadie toma en serio:
«De casa del fenecido,
hasta el propio cementerio,
quedando muy agradecido».
Y después de agradecer,
al que asista, su asistencia,
el duelo, (dice el papel),
se despedirá en la Iglesia.
¡Y nadie hace caso de él!
Recuerdo que antiguamente
como sí ahora lo viera
a la Iglesia iba la gente;
no a mitad de la Rivera,
como hoy es lo frecuente.
Yo en vista de lo que pasa
pondría el anuncio este
aunque lo tomen a guasa.
?Quien tenga callo o juanete
que lo despida en la plaza?.
2596 Veces visto -
|