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06. ANTOLOGÍA DE PERCY. (José Madrid Mira-Perceval) (II)
Comprende las poesías: "Patio andaluz", "Los primeros fracasos", "Moraleja", "Neurastenia", "El funeral", "Una desgracia con suerte",
© Enrique Alcalá Ortiz
PATIO ANDALUZ
Quien no sintió la alegría,
quien no cantó la grandeza,
quien no sacó una poesía
contemplando la belleza
del patio de Andalucía.
Yo que siempre escribo en guasa,
que es la costumbre mía,
he dicho: de hoy no pasa
que no cante la alegría
de los patios de la plaza.
El corazón se desancha
al ver sin tierra, sin fangos,
sin nevadas, sin escarchas,
el patio de los Naranjos
¿No lo has visto? ¡ay qué Plancha!
Un patio de gran salero
el patio del Bar el Águila,
que te pone sandunguero
cuando tomas la flor pálida,
que no se sirve en florero.
Qué patio de más fragancia
el de Arturo y el de Gómez,
el de Ortiz y la Farmacia,
que aunque les den pocas flores
las pocas les dan ganancias.
Patio del Banco Central
patio de las ilusiones,
en donde puedes plantar
dos, tres o cuatro millones
sin temor al temporal.
Y en fin, para terminar,
el patio del bar Gasógeno
donde coges al azar
algún embuste fenómeno
de un cazador al cazar.
LOS PRIMEROS FRACASOS
Fue en la ciudad Condal,
cuando empiezan las calores,
nos fuimos a pasear
por la Rambla de las Flores.
Éramos tres: como hermanos.
Domingo: día de ocio,
los tres éramos paisanos,
los tres fuimos de negocio.
Dándonosla de pollitos,
a pesar de peinar canas,
vimos a tres capullitos:
¿vamos pues a enamorarlas?
¿Empezamos las conquistas?
Hay que sentirse valiente.
Con estas tres señoritas
es una tarde imponente.
Hicimos el abordaje,
con piropo fino y bello
y ...¡Válgame Dios que coraje!,
nos tomaron el cabello.
La de los ojos bonitos
que es la más pizpireta
dijo: ¡Escolti los guayabitos!,
y nos mandó a hacer calceta.
MORALEJA
Esto hay que tenerlo en cuenta
porque es público y notorio
que pasando de cuarenta
no puede hacerse el tenorio.
No tengo gana ni jota
de escribir en chirigota.
PENA
Que perdonen mis lectores
que no escriba esta semana.
Los pondré en pormenores
el porqué no tengo gana.
Por noticia fidedigna
me he enterado, ya lo sé
que una enfermedad maligna
se llevó a mi tío José.
No es que me vaya a dejar
un capital fabuloso,
pero me apena enterrar,
un bigote tan frondoso.
Por esto pido perdón,
a mis amables lectores,
ya vino la defunción,
ya vendrán tiempos mejores.
NEURASTENIA
A un doctor en Psiquiatría,
le pregunté con su venia,
si él explicarme querría
lo que era neurastenia
y de donde procedía.
El doctor que es muy amable
me contestó cariñoso:
su proceso es variable,
pero el sistema nervioso,
es seguro el más probable.
Me dio mil explicaciones,
de lo que es neurastenia,
y de todas sus lecciones
aunque lego en la materia,
yo saqué estas conclusiones.
Ataca con mismo brío,
tanto a mujer como al hombre,
es propia del señorío;
porque como ataque a un pobre
ése está loco perdío.
EL FUNERAL
Hay costumbre en la ciudad
cuando muere un ser querido,
el hacerle un funeral
cuando el año lo ha cumplido
e invitar a la amistad.
Hacen un recordatorio
para que puedan rezar
en el año del mortuorio
y así se puede sacar
el alma del Purgatorio.
A la hora señalada,
(casi siempre es a las diez),
es la hora de la entrada,
sólo entra la mujer
el hombre, a misa acabada.
Empiezan los funerales,
ya se canta la vigilia,
sólo entran los cabales,
los hombres de la familia
y los que son más leales.
Los más quedan en la calle
de conversación, fumando,
sin que se escape un detalle,
hacen chistes, criticando,
esperando que se acabe.
A punto de terminar
van entrando quedamente
sin que se sienta el andar.
Porque es lo conveniente,
que los vea el familiar.
¿Cumplir, es irse a fumar
en la puerta un cigarrillo?
¿Eso es ir a un funeral?
Eso es ir al Casinillo
y pare V. de contar.
UNA DESGRACIA CON SUERTE
Un relato voy a contar
que no es una fantasía.
Dos amigos en un bar,
uno al otro le decía
remojando el paladar.
Tú conoces la manía
que tengo con la escopeta,
esto de la cacería
me pone a mí majareta
a cualquier hora del día.
Una tarde me dio gana
de matar unos zorzales,
bien repleta la canana
me fui por los olivares
por ver si algunos mataba.
Iba la tarde a su fin
y pude reconocer,
cerca, muy cerca de mí,
en el suelo a una mujer
¿Era muerta? ¿Era dormir?
Con precaución me acerqué,
no sentía respiración,
con voz queda la llamé,
como no se estremeció
di con la punta del pie.
Creyendo una defunción,
la blusa desabroché
hasta el último botón
y el oído le pegué
por sí latía el corazón.
¿Había muerto la infeliz?,
¿le latía el corazón?,
¿le latía? ¿hombre di?... ,
Latía...
¡la tía me dio un bofetón
que me chafó la nariz!
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