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12. RECURSOS LITERARIOS, ALIMENTARIOS Y FILOSÓFICOS
No sólo de pan...
© Enrique Alcalá Ortiz
El saber popular que no estudió preceptiva literaria usó magistralmente todos los elementos fónicos y semánticos que hacen de su obra de arte norma y pauta para la inspiración de cualquier poeta. Recurre a elementos fónicos como el acento, la entonación, las exclamaciones y las asonancias; elementos léxicos como el predominio de palabras concretas; y sobre todo se nutre de elementos semánticos como los cambios de significado, tropos, comparaciones y las hipérboles. Con estos ingredientes crea belleza, expresa sentimientos y se divierte al mismo tiempo.
A mi madre le dicen
la tomatera,
a mi padre el pimiento
y a mí la pera.
*
No hay aliño como el ajo,
ni fruta como el madroño,
ni conversación más tonta
que la que tienen dos novios.
*
De las flores, los colores;
del árbol, los limoneros;
de la aceituna, el aceite;
de la gallina, los huevos.
Al que se añade con diversos matices una especia muy sabrosa llamada metáfora:
Los ojos de mi niña
son de pan tierno
y los míos de hambre
se van muriendo.
Todos los estudiosos del espíritu popular andaluz han destacado el hondo sentido filosófico de las letrillas del pueblo llano. Este pueblo que siente en sus carnes los avatares de la vida. Su mente lógica y sabia saca sus propias conclusiones y sus propias normas de conducta ante los hechos que se van sucediendo a lo largo de su vida. Coplas y refranes no necesitan grandes párrafos ni rebuscadas palabras para enseñarnos su máxima o para mostrarnos su experiencia:
A mí me llaman el tonto,
el tonto de mi lugar;
todos comen trabajando:
yo como sin trabajar.
*
En Madrid con ser Madrid
se levantan de mañana,
comen si tienen qué
y almuerzan si tienen gana.
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