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10. DE PENSAR EN TI NO COMO
Cuerpo y alma siempre unidos.
© Enrique Alcalá Ortiz
El enamoramiento puede llegar a afectar gravemente el estado anímico de los enamorados, produciendo la pérdida del apetito como primer síntoma de un cuadro de pena generalizado:
Ni contigo ni sin ti
mis penas tienen remedio;
antes sin ti ni almorzaba,
ahora ni almuerzo ni ceno.
*
Aunque me ves amarilla,
mis labios no comen cera;
la raíz de tu querer
me tiene de esta manera.
*
Amor mío, come y bebe,
por mí no tengas recelo;
que me tienes más segura
como el agua de un harnero.
*
En mi casa me preguntan:
-¿Qué tengo yo que no como?
Los ojos de mi moreno
me tienen que echar al hoyo.
*
Me invitaste a tu mesa
y yo me senté a comer,
hago que como y no como
de pensar en tu querer.
*
De pensar en ti no como,
se me conoce en la cara,
me tiene de esta manera
la virgen de la cuchara.
Otra cantante, se sale por la tangente, para demostrar que el amor del mozo no es alimento:
No creas que tu querer
me estaba a mí manteniendo;
a mí me mantiene Dios
que mantiene al mundo entero.
*
A mí no me quita el sueño
ni las ganas de comer,
que me hayas querío tanto
y ahora no me puedas ver.
En este estado anormal se puede llegar a maldecir a las personas o cosas que nos producen la pena. Así una mujer exclama, renegando su suerte de cocinera y enamorada:
Mal haya la cocina,
mal haya el humo,
mal haya quien se fía
de hombre ninguno.
Mientras que un hombre echa en falta complementos para su hombría y su estómago:
Mala puñalá le den
a una olla sin tocino,
a una cama sin mujer
y a una botella sin vino.
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