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03. CAMPOS DE VIÑEDOS
La Subbética tierra de vinos.
© Enrique Alcalá Ortiz
Empieza la novela hablando de Villalegre donde hay fértiles viñedos productores de exquisitos vinos que iban a venderse a Jerez para convertirse en jerezanos. Como él nos dice, la acción transcurre en un lugar de la provincia de Córdoba que nosotros podemos ampliar a la Subbética y concretamente a Cabra y Doña Mencía. Aquí tenemos pues la primera visión de la flora cultivada de nuestra tierra: la vid. Sin lugar a dudas, se está acordando de los afamados caldos de Doña Mencía y Lucena. Don Paco, el protagonista cincuentón tiene un pequeño majuelo y casa, su correspondiente bodega y lagar para crianza de sus propios vinos.
Seguro que en sus bodegas no pasaría este suceso:
Una pulga saltando
quebró un lebrillo,
veinticinco tinajas
y un cantarillo.
Y si no la sujetan
mata a un chiquillo.
En el Cancionero, la palabra vid, no la recogemos ni una sola vez. Creemos que es una palabra demasiado culta. En una ocasión aparece la palabra "viña", pero en sentido figurado:
Casadita, dame un beso,
que bien me lo puedes dar,
que la viña vendimiada
bien se puede rebuscar.
Si aparecen las "parras", indispensables en los patios andaluces, paraguas verdes en nuestros tórridos estíos cuyas hojas juguetean al son de los caños cantarinos de las fuentes.
¡Qué bonita está una parra
con los racimos colgando!
Más bonita está una niña
de catorce a quince años.
Y el producto de esta planta tan mediterránea y andaluza.
Las uvas de tu parral
están diciendo, comedme;
y los pajarillos dicen
que viene el guarda, que viene.
*
Si mi parra tuviera
ramos de uva,
como ganas de novio
tienen algunas.
Aunque las referencias más abundantes son para el vino y sus consecuencias. En una sociedad fuertemente rural izada, con escasas rentas y bajo nivel de vida, el vino que se toma a granel en las numerosas tabernas, y por lo barato y abundante se convierte en droga y sostén del pueblo llano.
Canta una moza en el coro:
Palillo de retama,
palillo fino,
¿dónde estará mi amante?,
bebiendo vino.
Explicando al mismo tiempo los primeros síntomas de este brebaje de dioses.:
En el monte canta el cuco,
en el llano la cigüeña,
el colorín el la jaula,
el borracho en la taberna.
Mientras el mozo cura sus penas diciendo:
Venga acá vino ronchel,
hijo de la cepa albilla;
yo pensé treparlo a él,
y él me echó la zancadilla.
*
Y contesta a los que critican su afición:
Si me emborracho con vino
y juego con mi dinero,
nadie tiene que ver
si soy malo o soy bueno.
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