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13. COMO LA RAMA EN LA ALBERCA (III)
Soleares del amor primero.
© Enrique Alcalá Ortiz
236
Que yo te daría,
pero no te doy
que lo perdería.
Lo que deseo es tomar,
que lo que tengo es muy poco
y no te lo puedo dar.
237
Me lo tienen que aclarar:
¿por qué quererte es pecado,
y por cierto del mortal?
¿Por qué quererte es pecado?
Paraíso terrenal
son para mí los halagos.
Me lo tienen que aclarar.
Que no pienso en el pecado,
ni siquiera en el venial.
Que me lo aclaren, por Dios.
Cuando juntamos los cuerpos
sólo pienso en el amor.
Que el pecado está en la mente,
no en el rejunte de dos.
¿De dónde sale la gente?
¡Qué me lo aclaren, por Dios!
¿Por qué quererte es pecado?
Tiene que haber un error.
Me lo tienen que aclarar,
¿por qué quererte es pecado,
y por cierto del mortal?
238
Para que me hagas gazpacho
no tengo por qué comprar
la mano que ha de probarlo.
239
Siempre fuiste admiración.
Se ve que no estabas hecha
para vivir el amor.
240
Me quedé fijo y perplejo.
Tenías tantos adornos
como en la cabeza pelos.
241
Tanto mirar hacia arriba
y era abajo donde estaba
el amor que perseguía.
242
En pedacitos pequeños
me han de recoger a mí
cuando se acaben mis sueños.
243
Te consagré como el trigo,
pero al comerte sentí
que estabas algo podrido.
244
No me preguntes si quiero.
Dámelo que me lo coma
que se está poniendo feo.
245
Oiga usted, ponga atención
que vengo de poner flores
en la tumba del amor.
246
Me dijiste que querías
y cuando llegué a cogerlo
poco para mí tenías.
247
En un retablo te puse.
Desde entonces ejercito
las más preclaras virtudes.
En un retablo te puse.
Por la mañana te llevo
las flores recién abiertas
que recolecto en mi huerto.
248
¡Qué pena que yo no tenga
los dineros suficientes
para ponerme a tu vera!
249
Al principio fuiste tú.
Después llegó tu cariño.
Con el cariño la cruz.
250
Porque Dios salud te dé,
capaces son estos huesos
de abandonar tu querer.
251
Ni siquiera tienes gracia
para venirte conmigo
unas horas a mi casa.
252
De tanto como te pintas,
para quitarte colores
veinte trapos necesitas.
253
Por más como disimulas
he de saber el lenguaje
de tus miradas ocultas.
254
En las perdidas miradas
debo buscar tus deseos
con los que yo creo que hablas.
255
Yo soy un escritor
que va siempre cantando
en sus versos al amor.
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