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10. YO TE PISO LAS PISADAS (III)
Soleares del amor primero.
© Enrique Alcalá Ortiz
184
Mañana cuando tú vengas
es posible que te encuentres
con una rica sorpresa.
185
Tu absolutismo me tiene
convertido en un vasallo
que hace lo que tú deseas.
186
Para recordarte pongo
en la pared de mi cuarto
de tu persona, una foto.
187
Tú estabas en plenitud
de tu belleza primera...
y yo en busca de esa luz.
188
Que no me encuentro muy bien
desde el día que hablemos
y nos dejamos de ver.
189
Mañana cuando despiertes
veré si pienso lo mismo,
mariposa de aguardiente.
Veré si pienso lo mismo:
hacer lo que siempre quise,
no moverme de mi sitio.
190
Los bancos guardan dineros,
como yo guardo desdenes,
donde nadie pueda verlos.
191
Iluminaron tu rostro
y vieron con gran sorpresa
que de eso tenías poco.
192
Con toda clase de frutas
regalaste mis deseos
que se mostraron con dudas.
193
¡Qué yo no tengo descanso,
de día en mi profesión
y por la noche, llorando!
194
Se me voló con el aire...
la culpa la tuve toda
porque no supe guardarle.
195
Hoy voy a dejarte, tesoro;
vamos, ponme soledades
que deseo comer solo.
196
Lo que me hace falta a mí
es tener agua de vino
para dejar de sufrir.
197
Te estoy esperando siempre
aunque vengas rodeada
de un perfume indiferente.
198
Te registré en mi agenda,
pues no quería olvidar
los colores de las penas.
199
Tuve muchos sacrificios
para llegar a tu puerta
y apoyarme en tus quicios.
200
Si eres palomita blanca,
¿por qué no arrullas conmigo
cuando te pongo cebada?
201
Como estrellas de los cielos
que parpadean sus luces
es el sabor de los cielos.
202
Enlazadas sin unirse
estarán nuestras dos manos
por si quisieran fundirse.
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