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31. ESTAR JUNTO SEPARADO
Y los poemas: 32. Se alejan las preguntas. 33. La carne soporte. 34. No les importa todo. 35. Batido de ceros.
© Enrique Alcalá Ortiz
Cuando estoy junto a ese otro
que me aleja su comunicación,
distante digo,
-para mí necesariamente y por supuesto-
que el relacionarme con las piedras,
tan duras ellas (necesariamente no)
es difícil y atrevido.
Quizá nuestra fortuna-infortunio
nazca de esa montaña que nos hace sombra
y que nosotros
-osados atrevidos-
queremos ahondar
y sólo seguiremos siendo la piedra
que de nuevo encontraremos.
Por eso, cuando estoy junto,
vibro para recoger la comunicación que disgrega.
32. SE ALEJAN LAS PREGUNTAS
He de contarlo igual que sucedió.
Podía haber pasado en un momento u otro,
pero pasó en ese espacio de vida,
tan frecuente,
que piensas mientras ves
y miras soñoliento mientras duermes.
Te preguntas: ¿qué pasará?
Y más: ¿qué está pasando ahora?
Sentado, con mi soga de esparto al cuello,
igual que un adoquín prismático,
me hice ciego de necesidad,
me hice sordo,
me hice incomprendido reposo.
Me hice piel metálica de fríos contactos insensitivos.
Metal de gema.
La estupidez surgió.
La estupidez insensata de esos hermanos
que corren tras una esperanza que no llega.
Que corren tras esa dicha que se aleja.
Por eso, en ese mirar soñoliento,
me he de preguntar de nuevo:
¿qué habrá pasado?,
y más, ¿qué está pasando ahora?
33. LA CARNE SOPORTE
Para lavarse
esa suciedad que no he querido.
Suciedad de tierra, de amigos,
de circunstancias, de aventuras desventuradas,
de sangre, de agua, de sentados días.
Para quitarse
la carne soporte, freno de espíritus
aprisionados.
Encarnaciones que buscan un sentido.
Estatuas de polvo para el viento.
Estropajos
de revoluciones son necesarios.
34. NO LES IMPORTA TODO
o les importa todo,
y se guardan para sí
los caramelos salados
que antes habían lamido
las lenguas que despreciaban.
Es nada lo que antes
se pasaron por las orejas
de sus cabezas.
No les importa todo,
y así,
se pasean con los buches inflamados
de su propia sustancia.
35. BATIDO DE CEROS
Estrangulando esa necesidad
que colorea interiores
es la mejor forma de emanciparse.
Ese violáceo ayer de hoy,
no es nada,
si no se antepone.
A medias es quedarse en nada,
que a nadie sorprende pues todos llegan.
Sin querer siquiera.
Allí es fácil.
Allí es nada.
Allí es uno más.
Batido de ceros vacíos de aire
que se congela al sol
y que calienta a otros según parece.
Apuntan allí donde los poderes fluctúan,
haciéndose su propaganda poderosa y omnímoda.
Completa sin puntas
esa necesidad
envolvente que te desprotege
ante ese anteproyecto de conciencia
perdida que te persigue.
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