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08. PRIEGUENSE DEL AÑO 1993
Distinciones y honores.
© Enrique Alcalá Ortiz
Para daros muchas gracias
no es necesario el papel
ni prolijas peroratas.
Porque las cosas del alma
son como aquellos suspiros
que sin quererlo se escapan.
A finales de diciembre
se llegaron a mi casa
cuatro miembros del Consejo
de Redacción. Con palabras
que en mis oídos sonaron,
por lo sencillas y claras
como suenan los murmullos
que produce la cascada
de nuestra Fuente del Rey
que nos emborracha de agua.
Aturdido y más nervioso,
apenas si me encontraba
dentro del cuerpo que hoy
igual de temblando os habla.
Me dicen que en una Junta,
anual y extraordinaria
después de muchas propuestas
han aprobado la gracia
de ser "Prieguense del Año"
del año que se acababa.
Pulido, Cano, Rodríguez,
y su director Forcada,
en nombre del pueblo entero
de esta manera me honraban.
El ser ?Prieguense del Año"
puede que no sea nada
en Sebastopol o en la India,
en Almedinilla o en Cabra.
Muy poco en los altos círculos
o muy poco en toda España.
Para mí es un honor grande,
más que Castilla la vasta,
más grande que Andalucía,
más grande que el mapamundi
y mayor que cualquier mapa.
******
Me parece que fue ayer
-qué rápido pasa el tiempo-
cuando las hojas de Adarve
en tinta negra expusieron
unos poemas muy simples,
pero que a mí me sirvieron
como nos sirven las cosas
que por los días comemos.
José Luis Gámiz Valverde,
su gran director pionero,
abrió cauces que olvidados,
mucho más tarde surgieron
y me lanzaron al mundo
de esta cultura que en Priego
es tan rica y abundante
como lo atestigua el hecho
de los numerosos libros
y artículos de inquietos
paisanos que día a día
enriquecen nuestro acervo.
Poemas, folclore, historia
en mi descanso pusieron
un reloj que no tiene horas
ni agujas de minutero.
-Usted debe ganar mucho,
unas personas dijeron-.
Es difícil comprender
que no sean los dineros
el motor que mueve al mundo,
y nuestra meta el banquero.
-Nada, -contesté-, no gano
nada. Para mí es un juego
en el que yo participo,
sólo es mi divertimiento.
Nada, nada, nada, nada.
Pero no estaba en lo cierto.
Ganaba muchos amigos,
-vosotros sois de los buenos-,
ganaba lo que escribía
además del goce intenso
de ver mi modestos libros
aumentando con el tiempo.
Además, ganaba es obvio,
algún reconocimiento.
Como éste de hoy: ?Prieguense?,
que me pone tan contento.
¡Y qué equivocado estaba!
Si no ganaba dinero,
como no ganó el jurado
que me concedió este premio,
hoy gano lingotes de oro
con luz como el sol del cielo.
Son estas bellas palabras
del pergamino que tengo.
*****
Para daros muchas gracias
no es necesario el papel
ni prolijas peroratas.
Porque las cosas del alma
son como aquellos suspiros
que sin quererlo se escapan.
Leída para dar las gracias por el título de "Prieguense del año 1993". Priego, 9 de julio de 1994.
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