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07. EN LA TOMA DE POSESIÓN DEL TITULO DE CRONISTA
Distinciones y honores.
© Enrique Alcalá Ortiz
Todo empezó un buen día
en el que yo me afanaba
en publicar poesía
que tan celoso guardaba.
Con ese "Cantos al Priego"
el de la cal y del agua
me inicié en el camino
de las obras publicadas.
Me acordé de aquellas coplas
que en las noches se cantaban,
mientras se hacían rincoros
por esa juventud sana
que llenaba con sus bailes
nuestras calles, nuestras plazas.
Me fui corriendo tras ellas
como si fueran de plata,
como si de oro lo fueran
y sólo vi esta ganancia:
son de versos y de música...
¡qué son las cosas más caras!
Los mayores de este pueblo
y también de la comarca
me dieron coplas a miles
para que yo las guardara.
Todo el tiempo que tenía
de esta forma aprovechaba.
Quise hacer un libro corto...
¡y será mi obra la magna!
Dos tomos vieron la luz,
otros seis a verla, aguardan.
Todo empezó un buen día
en el que yo me afanaba
en publicar la poesía
que tan celoso guardaba.
Y archivando, archivando,
me encontré con las rondallas,
las murgas de carnaval
y las coplas que cantaban
antes de aquella gran guerra
que fratricida la llaman.
Eran canciones de mozos
que entre risas y entre palmas,
entre pitos, chirigotas,
cantaban con mucha gracia
las cosas que habían pasado
en el año que acababa.
Y aquí empezó un problema
en el que nunca pensara:
¿adónde estaban las pruebas
de lo que ellos nos narraban?
La respuesta vino pronto:
vete a consultar las actas,
me dijo una voz interna,
más divina era que humana.
Pegando saltos y brincos
como si fuera una rana,
de los versos, al folclore,
y del folclore, a las actas,
me encuentro hoy en la historia
como si fuera en mi casa.
¡Yo que antes jamás pensé
que la historia me embriagara!
Desde luego hay que notar
las cosas que a mí me pasan.
Todo empezó un buen día
en el que yo me afanaba
en publicar la poesía
que tan celoso guardaba.
*****
Fue en un mes desapacible,
según creo, el de febrero,
cuando recibí el oficio
del ilustre Ayuntamiento.
En él se me aseguraba
con un lenguaje muy serio
que el archivo para mí
permanecería abierto.
Yo antes había charlado
con el alcalde don Pedro,
le dije que deseaba
leerme los documentos
para ilustrar las copletas
bellas que iba recogiendo.
Me ayudó, como se ayudan
los amigos que son buenos.
Muchas tardes me llegué
a la casa de este pueblo
y las llaves que Machado
me daba con tanto celo
me abrían de par en par
las puertas de los secretos,
donde dormían por siglos
de mugre y olores llenos
papelotes y legajos,
boletines polvorientos,
despachos y pergaminos
en los estantes tan quietos
que para mí se ofrecían,
que ayudaban en silencio
mis ganas de saber cosas,
mi ansia de conocimiento
y mis ojos dilatados
fueron con pasión leyendo.
Las tardes se hacían cortas
y las horas, un momento,
no podía ni creerme
lo que allí estaba viendo.
Dicen que es rata de archivo
el que sueña con todo esto...,
lo dicen porque no saben
los ratos tan placenteros
que se pasan al leer
las experiencias de aquellos
que poblaron esta villa
y que son nuestros abuelos.
Cada día que pasaba
me ponía más contento:
¡estaba aprendiendo tanto
de aquellos papiros viejos!
Me contaban las historias
como se cuentan los cuentos
que adormecen a los niños
en las noches del invierno...
Yo no me quedé dormido,
con lo que estaba aprendiendo
empecé a rellenar fichas,
‑porque memoria no tengo‑,
que se han ido amontonando,
y poco a poco creciendo
formando una pila tal
que ya las cuento por cientos.
Este es mi vasto tesoro,
en esto yo me entretengo,
para mí es gozo y disfrute
la historia y folclore nuestro.
*****
¡Qué pena la del Casino
con la historia que encerraba!
Di de nuevo un gran impulso
y en la sociedad que llaman
todos "Casino de Priego"
senté de lector la plaza.
Empecé a pedir permiso
a los que entonces mandaban
y me concedieron presto
lo que yo solicitaba.
Hice muchas fotocopias,
casi me gasté una paga.
Qué bien empleadas fueron
pues obtuve la ganancia
de gozar de la exclusiva
de lo que allí se votaba.
Después del fuego volví
con la tristeza en la cara.
Y mi corazón partido
lloró al ver que las llamas
convirtieron en cenizas
ríos de tinta morada.
Me puse a escarbar rápido
y logré lo que buscaba.
Metidas en los escombros
se veían brillar las actas.
En mis armarios las tengo
con un nombre: las salvadas.
¡Qué pena la del casino
con la historia que encerraba!
Tuvimos la Alejandría
en esta tierra apartada.
La hoguera hizo pavesas
las pieles de oveja blanca.
¡Qué pena la del casino!
¿Y si otra vez nos pasara,
lo mismo que nos pasó?...
Para darse bofetadas.
Adelantos hay hoy día
que microfilman las actas
y todos pueden leerlas
en una simple pantalla.
Es una idea que doy
que no resultará cara
y puede ser que otro día
nos libre de una desgracia.
*****
Ser un cronista oficial
en esta ciudad de Priego
es como ser un arcángel
de los que están en los cielos.
Vosotros, representantes
de los que el voto os dieron,
después de charlas, reuniones
habéis llegado al acuerdo
de hacerme cronista a mí,
a este maduro maestro
que si algo ha hecho bien,
que si algo tiene bien hecho
es querer con firme fuerza
lo que brota de este pueblo.
Vaya con la paradoja
que me estaba sucediendo:
mientras que yo disfrutaba,
estaba creando méritos.
Desde luego existen bienes
que importan más que el dinero...
y esta de cronista es una...
os lo digo desde adentro.
Ser un cronista oficial
en esta ciudad de Priego
es como ser un arcángel
de los que están en los cielos.
Dar las gracias es muy poco
porque es para un momento.
Aparte de daros muchas,
viviré yo agradeciendo
a todos los que votaron
que fuera cronista vuestro.
Y en especial al alcalde,
el que preside los plenos
y a la que tuvo la idea,
e instruyó todo el proceso
de este título honroso
que tanta honra me ha hecho.
Daros gracias es muy poco,
que viviré agradeciendo
a todos los que hoy formáis
parte del Ayuntamiento.
Recitada como parte del discurso de la toma de posesión como Cronista Oficial de la ciudad de Priego. Octubre de 1989.
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