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03. ALCALDE Y COMPAÑERO
Jubilaciones y homenajes
© Enrique Alcalá Ortiz
A don Pedro Sobrados
democrático alcalde
de los más votados.
Pedro, viene de la piedra,
por eso te Sobra dos,
en el Mostajo de yerba.
Mucho nombre pa ese cuerpo
que soporta flacas carnes
en su delgado esqueleto.
Tuviste una alcaldía
en este pueblo perdido
de la blanca Andalucía.
El pueblo te notó Alcalde
y de hombre que andaba siempre
con el pecho por delante.
La historia contará el hecho
de un Alcalde que fue siempre
una bendición del pueblo.
Tu obra a la vista está,
ya vendrán quienes la escriban
para la posteridad.
La vara de gobernar
la usaste tal como un remo
para hacernos navegar.
Lo que el pueblo me contó:
pues razona mucho más
que el mismo rey Salomón.
Pica como la cebolla
que pusiste en el gazpacho
de Pepe el de la Borbolla.
Vaya fiesta y qué trajín,
que si dije, que si dijo;
que si no, no; que si, sí.
Al final tan amigotes,
el abrazo de Vergara
te diste con el Pepote.
Que nos trajo unas pesetas
para secarnos las aguas
de aquellas fuertes tormentas.
Dentro de los socialistas
fuiste garbanzo picudo...
¡y hay que ser malabarista!
La política es manga ancha
como túnica talar,
no canutito de caña.
Pero estuviste muy vivo
para entregarle a los jóvenes
nuestro Polideportivo.
El que no vea no es ciego,
es que la envidia le pone
ante su vista un espejo.
Pusiste el nivel muy alto.
Estarán los que te sigan
en continuo sobresalto.
Dicen que hambrunas pasaste
para que no se marcharan
los que hacían de gendarmes.
No fue posible, se fueron.
Ahora crecen chorizos
en todos los agujeros.
Hasta la Virgen nos roban
que no reparan en nada
estos rateros de ahora.
Te acusan de ser sincero,
tú no sabías de curvas
andabas siempre en lo recto.
Pusiste las cañerías
para darnos agua clara,
pues estaban ya podridas.
El pueblo patas arriba,
todas las calles con zanjas
donde estallan tuberías.
Costó de la cara un ojo
poder abrir el recinto
del lejano ambulatorio.
Te has tomado un descanso,
no puedes ser monumento:
que no se paren tus manos.
¿Lo de la Universidad?
Cada vez que me lo pienso
me dan ganas de llorar.
Renovaste tu mandato,
nadie hizo aquí tal cosa,
aún podrías renovarlo.
Nos quitaste la prisión,
hoy dormitan autobuses
en esa amplia estación.
El Calvario urbanizaste,
aunque los focos de allí,
yo los quisiera en mi calle.
El pueblo se hizo casero:
casa de Lozano Sidro,
la casa de don Niceto.
¿La contrapartida de esto?
Es muy sencilla, señores,
nos aumentan los impuestos.
Tu cuerpo se hizo orejas
para escuchar al votante
que aporreara a tu puerta.
Y por un quiosco maldito
le puso la gente peros
a ese Llano tan bonito.
Cuyas casas derribaste
para hacer plaza de soles
para poder pasearse.
Hiciste tus alcaldadas,
pues un Alcalde sin ellas
es como un huevo sin clara.
Mira que poner Azahar
a la calle Cochinicos
de la época medieval.
Esto es sólo un homenaje,
el pueblo espera de ti
que no te quites el traje.
Y no me extiendo ya más,
por Pedro, por el amigo,
alzad las copas, brindad.
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