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09. ECHANDO RAYOS DE LUZ
Resucitado
© Enrique Alcalá Ortiz
Y al tercer día Jesús
resucitó entre los muertos.
Como Jonás los tres días
estuvo en plácido sueño.
El sudario se hizo manto,
la losa un peso ligero,
el interior del sepulcro
se iluminó por entero.
Mientras la tierra temblaba,
bajaron ángeles buenos
y con suspiros de fuerza
y con sonidos de trueno
levantaron a ese Dios
que reposaba en los suelos.
Las músicas celestiales
encubrían el portento.
Los soldados mientras tanto
en un letargo cayeron.
De nuevo toma la vida
el que estaba prisionero.
Por la claridad reinante
caminaba el carpintero,
echando rayos de luz
por las llagas de su cuerpo.
Una forma de ángel dice
a las mujeres del huerto
que ya vive el que murió,
que el túmulo está desierto.
En Pentecostés las lenguas,
cual espíritus de fuego,
iluminan las cabezas
de apóstoles misioneros
que desde entonces marcharon
predicando por los pueblos
la "Buena Nueva" de un Dios
que quiso morir por ellos.
Si el Calvario vio su muerte
en un mísero madero
y el Tabor transfiguró
en Dios su humano cuerpo,
ahora con el sudario,
este Dios verdadero
se levanta en triunfo
y asciende hasta los cielos.
Resucitó al tercer día,
resucitó entre los muertos.
Los cristianos desde entonces
con santa fe lo creyeron.
Triunfó sobre la muerte,
resucitó entre los muertos.
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