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08. ESTÁS SOLA COMO NÁUFRAGO
Soledad.
© Enrique Alcalá Ortiz
Hazme sitio en tus dolores,
Virgen de la Soledad,
que yo comparta contigo
las penas que otros te dan.
Se consumaron tus penas,
Virgen de la Soledad.
Eres dolor hecho carne,
eres canto de ansiedad,
eres desgarro doliente,
un goteo sin cesar
que machaca las entrañas
cual punzadas de alacrán.
Eres el dolor de un Hijo
al que maltratarán
y después de escarnecerlo
lo verás crucificar.
Estás sola, sin su amparo,
y te dieron a San Juan
que será tu nuevo hijo
hasta que de vieja ya,
tu cuerpo sea ascendido
con toda la majestad
hacia el Reino de los cielos
donde tu Hijo reinará
con todos los que son buenos
por toda la eternidad.
Estás sola, Madre mía,
como náufrago en la mar
contemplas el horizonte
con esperanza de dar
término a tus dolencias
que pican como la sal.
Hazme sitio en tus dolores,
Virgen de la Soledad,
que yo comparta contigo
las penas que otros te dan.
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