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01. MARQUÉ TODO MI CARÁCTER (I)
Soleares de amor.
© Enrique Alcalá Ortiz
1
No me dijeron tu nombre.
¡Y yo sólo lo quería
para decirlo de noche!
2
Para soñar, esta cama.
Para juntar, nuestros cuerpos.
Para mirar, esa cara.
3
No me tienes que llamar
que tus pasos son campanas
que rompen la oscuridad.
4
Te presentaste de diosa:
en tu distancia, distante;
en tu soledad, muy sola.
5
En tu portada de mármol
tengo que poner las huellas
de los dedos de mis manos.
6
Para amarte yo, no verte.
Mi contradicción perpetua.
Para olvidarte, quererte.
7
Con esponsales de ausente
me casé con tu figura
sin que estuvieras presente.
8
Yo nunca presido nada.
A mí hasta me presiden
cuando me duermo en la cama.
9
No me vayas a tocar
que se me quedan las huellas
y no se pueden borrar.
10
No es de tus manos la huella
que tengo sobre mis labios
que es la expresión de una mueca.
11
Tú, velozmente caminas,
y no sabes que despacio
se ven las cosas sencillas.
12
Te veo en este contexto:
tan distante, tan cercana,
llena de blancos y negros.
13
Noté tu cuerpo sedoso
sobre esta piel que me suda
melancolía en los poros.
14
Un pañolito de seda
de los capullos mejores
para que tú me quisieras.
15
De esta forma te resuelvo:
llegándome si estás cerca;
si estás distante, te sueño.
16
Me llamaban alumbrado
y tocado de locura
porque estaba enamorado.
17
Muy tarde di con tu clave:
eras cerradura abierta
a toda clase de llaves.
18
Para mí tienes dos puertas:
para entrar, una cerrada;
para salir, otra abierta.
19
Perdida. Sin más. Oculta.
Lejana. Distante. Yerma.
Con más. Sin tipo. Inconclusa.
20
Te dieron este destino:
que hicieras tu voluntad
cuando quisieras conmigo.
21
Si me preguntas diré:
un día te conocía
y al otro ya te olvidé.
22
Del profundo de ese pozo
he de sacar agua fresca
para beberla con gozo.
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