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09. CASI UNA NUBE (IX)
Poemas: 41. ¿Recuerdo? 42. Te robé la mirada. 43. Una forma de vivir. 44. ¿Qué me decías? 45. Tú y tu mirada.
© Enrique Alcalá Ortiz
41. ¿RECUERDO?
Ya no pienso en ti
ni en tu cara.
Pienso sólo en las caricias
que ayer dichoso cogía...
Ya sólo parece un sueño
que tanto tiempo
haya sido tuyo,
y que la vida
poco a poco me quitases.
Ya no pienso en ti
ni en tus ojos,
que tanto tiempo
fueron espejo
de los míos.
Aunque,
(mi contradicción perpetua),
ya sólo será promesa mía
quererte más
que antes te quise.
Igualmente,
me queda aún la dicha
de quererte en el recuerdo...
42. TE ROBÉ LA MIRADA
Te conocí un momento
y la verdad
es que creo conocerte
de toda la vida.
Tu gracia femenina
tan grabada se me quedó,
que ahora pienso
que sea mentira
aquellas sonrisas
con que me hablabas.
Te sonreías de aquel modo,
que más que mujer,
diosa de los cielos parecías.
Pequeña amistad de ayer
que aún recuerdo.
¿Por qué la pintaste de verde
si ahora la veo con un color gris?
Me siento culpable de robo
porque esa sonrisa tuya
guardo en el fondo de mis ojos.
¡Ay, soy un pobre ladrón
de aquella sonrisa
con la que me hablaste aquel día!
43. UNA FORMA DE VIVIR
Entre sueños, canciones,
esperanzas, deseos,
estudios, largas clases,
carencias de posguerra,
guateques domingueros,
ilusiones confusas
y alguna pena pequeña,
mi vida tranquila discurre.
(El ambiente, por añadidura,
me dio religiones y fiestas.)
Y algún que otro poema,
imberbe,
desprendido de literatura,
que mis manos
inexpertas escriben,
más bien esbozan,
dedicado a la chavala
que busco desde que el acné juvenil
puso inquietud rosada
en mi cara casi imberbe.
Mi vida común de pueblo
escribe en pergamino
vivencias cotidianas,
lo extraordinario está
en que yo las siento.
44. ¿QUÉ ME DECÍAS?
El cielo desprendía lentamente
sus lágrimas de alegría.
Caminábamos.
Me miraste,
y se encontraron nuestros ojos
en un choque temeroso, incierto,
quizás cobarde por lo indeciso
o esperanzador por lo deseado.
Con su sagacidad, ¿qué me dijiste?
Y yo, ¿qué pude decirte con mi torpeza?
Los mensajes entendibles
quedaron sin la respuesta adecuada,
mojados por el agua de la lluvia.
Siguieron risas complacientes,
mientras nuestros cuerpos
corrían de sí mismos
con sus manos enlazadas.
¿Qué nos dijimos sin voces?
Caminábamos.
El cielo dejó atrás unas pocas nubes
para colorear de arco iris
nuestras miradas contrayentes.
45. TÚ Y TU MIRADA DE NUEVO
No sé si vivo sueños
al mirar tus bellos ojos.
Quise encontrar una mirada
pero no pude.
No busqué la mía
que en ti se halla perdida.
Aún continuo buscando
esos destellos que no entiendo.
Y quisiera hallar, por fin,
el ideal de mi vida:
Tu mirada en mí.
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