© Enrique Alcalá Ortiz

6. DESINTEGRACIÓN

Perdido en la galería

de tu atómica mirada

me desintegro al contacto

de sus ionizados rayos.

Hongos de sombrero decimonono

con reacciones en cadena

me parecen las pupilas

de tus ojos.

Policías rojos

a mis deseos de unión.

En estas explosiones

extracorporales

mi ansia te rodea precoz,

con sus armas convencionales

sin poder invadir

el muro de tu vergüenza.

                         7. LA NIÑA ARREBATADA

¡Ay, que no tengo sueño,

dejadme, madre, velar!

Asomada a su cancela

viendo la noche pasar,

está la niña despierta

con dos ojos de ansiedad.

Sobre el blanco del cortijo

que deslumbra al olivar,

los azules de la luna

se estrellan al alumbrar.

Su luz enciende los campos.

La niña esperando está.

Sueña que sueña la niña

cuando su amante vendrá.

¡Ay, que no tengo sueño,

dejadme, madre, soñar!

Nota la niña en su sueño

un jinete en su alazán

agitanado de espuelas

con un porte de  rajá

cabalgando por el monte

y con trote de huracán.

La yegua aligera el paso

cuando siente  en su ijar

los deseos del amante

que sobre sus lomos va.

El jinete ya apeado,

--seguido de su animal-,

se une con la reja y niña

y las sombras del zaguán.

El negro se vuelve rojo

en su abrazo marital,

y la puerta del cortijo

aletea al escuchar.

La niña que antes soñaba,

ya abandonó su soñar.

Niña, jinete y caballo

se  los traga  el olivar.

Sueña que sueña la reja

donde la niña estará.

La luna alumbra los campos

Los grillos se oyen cantar.

¡Ay, que ya me vino el sueño,

madre, se acabó mi mal!

 8. TU CREPÚSCULO

Tu crepúsculo

llegó cansino a la meta

de tus risas apagadas.

Ansiado por mi olvido

lo hacía renacer

en su primavera

de resonante nostalgia.

Tu crepúsculo,

pionero de sueños,

sólo fue para mí

una tarde  monótona,

una tarde de tantas

donde  nada sucede.

9. CONFUSIÓN

No me creas

que no es cierto

lo que constantemente

te digo.

Soy cobarde

al no decirte

lo que verdaderamente

siento.

No sé lo que me retiene,

ni lo que hace

que te mienta.

Sólo sé, que no sé

qué hacer, cuando

tus ojos claros  veo.

Ante esta confusión mía,

tú,

haz lo que quieras,

créeme o no me creas.

10. ¿NO HAS SENTIDO NUNCA?

 ¿No has sentido nunca

brazos que te estrechan,

brazos que te roban

tu pecho oprimido?

¿No has vivido nunca

el divino momento

de unos labios que besan

con pasión los tuyos?

¿No has sentido nunca

deseos que se desbordan

inundando los campos

de tus pudores escondidos?

¿No has vivido nunca,

perdiendo tu tierna mirada,

sentir que tus ojos se nublan

al clavarse, por fijos,  en los suyos?

¿No has sentido nunca

un eléctrico escalofrío,

que haya dejado tu alma

sin nada de sentido, desnuda?

¿No has vivido nunca

momentos de amante,

donde tu cuerpo rosa

esté unido al suyo?

Decirlo no quiero,

¿tú  no has sentido nada de esto...?

Pues tendré que decirte

que no sé si has vivido.

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