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04. SE CASAN, POR FIN SE CASAN
Bodas de colores y de plata.
© Enrique Alcalá Ortiz
En esta ciudad de Priego,
llamada también del agua
se ha celebrado una boda
que es digna de ser cantada.
Antes, amigos, bebamos
algo que no sea el agua,
pa tranquilizar los nervios
y pa alegrarnos las caras.
Como no quiero estar solo
en esta linda chorrada,
conmigo diréis a voces
las estrofas de esta página:
Angelines y Javier
bajo los pies de la cama
ponen refuerzos de muelas:
se casan, por fin, se casan.
Hace tiempo que unos novios
se dijeron que se amaban,
y entre soplos y deseos
casi les salen las canas.
Eran los eternos novios
vistos en bares y tascas
y como son tan grandotes
se notan como las manchas.
En las calles de este pueblo
el gentío habla que habla:
¿es posible que Javier
se case con una Ángela?
O mejor dicho, Angelines,
y no ángeles con dos alas,
que ella vive en este mundo,
no en las eternas moradas.
Angelines y Javier
bajo los pies de la cama
ponen refuerzos de muelas:
se casan, por fin, se casan.
Si la miramos de frente,
si la miramos de espalda
se ve una moza muy moza,
una mujer pa.... adorarla.
No tiene ni un desperdicio
esta chica tan chulapa,
desde la cara a los pies
si algo sobra..., ropa blanca.
¡Ya está bien!, -decía la gente-,
y era un grito en las casas:
lo que está maúro se come,
si no se come se pasa.
Angelines y Javier
bajo los pies de la cama,
ponen refuerzos de muelas:
se casan, por fin, se casan.
Vamos en busca del novio
que vive en la calle Málaga,
que necesita dos sastres
para tomarle la talla.
Por apellido "Matilla"
que es una pequeña mata,
mas él es un denso árbol
con un tronco que levanta...
hacia la altura del cielo
cientos de floridas ramas,
para tapar a la novia
y tenerla bien guardada.
Quería ser un obispo
de los de báculo y capa,
más el tuno ha renunciado
pa jartarse de mojama.
Y no renuncia al boato
en las fiestas que programa
y su casa está repleta
de vetustas antiguallas.
Angelines y Javier
bajo los pies de la cama
ponen refuerzos de muelas
se casan, por fin, se casan.
Digamos, ¡Vivan los novios!
También, ¡Vivan los padrinos!
Digamos, ¡Vivan los novios!,
que su dicha sea larga
y que refuercen con trancas
los varales de su cama.
No vaya a ser que el peso
y el lastre de esta carga
rompa el colchón y los muelles
y se le escape... la rana.
Si os va gustando el romance
de este amigo que os habla,
pedir que en mi boca nunca
haya una muela picada.
Para vosotros, yo ruego
entre emociones y lágrimas
que vuestras bocas reluzcan
como las limpias manzanas.
Si él vive de los dientes
y de las muelas melladas,
que se busque otros clientes,
no a sus amigos del alma.
Angelines y Javier
bajo los pies de la cama,
ponen refuerzos de muelas:
se casan, por fin, se casan.
¿Se casan? ¿Por fin se casan?
Se han casado, se han casado,
no veis al negro y la blanca,
que ya dijeron, sí quiero,
casados están, ... ya basta.
.........................
Viene la luna de miel
y las bocas se hacen agua,
la felicidad es cosa
que día a día se gana.
Que vosotros la tengáis
en esta vida mundana,
y que comáis las perdices
aunque sean congeladas.
Aquí termina el romance
de esta boda que relata
los amores de unos novios
que por poco no se casan[1].
Recitada en la boda de Angelines González Valverde y Javier Matilla Jurado, el día 31 de agosto de 1990. El público asistente, a coro, recitaba el estribillo.
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