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21. SER INMARCADO
© Enrique Alcalá Ortiz
Absolutamente ser
sin miramientos incómodos
que menoscaban la esencia primera.
Ser así.
De este forma sin más.
Absolutamente limpio y transparente
con una insipidez de forma y tiempo.
Nunca no ser.
Para ser siempre.
A campo abierto,
a vivir entre esas ideas
que brotan en momentos de autonomía.
Así con la libertad sin límite,
sin bajos,
sin puntos de comienzos,
ni líneas de final.
Sin marcas ni anagramas.
Sin zaragüelles encubridores,
sumergidos en un desaliño aborigen.
Sin señales que marquen
las sendas por donde hay que andar.
Sin tongo.
A campo total
donde no existan fueras ni interiores
ni transformaciones deseducativas pensadas
que hacen tramposa la conducta.
Anulado todo roce y zancadillas
y tan puros como el blanco desprendido
de la nieve.
Exentos de polvo
y de paja.
Sin abscesos inútiles
por lo peyorativos
y sin depurativos inquietantes.
A campo libre
aunque implique
un despiste en las decisiones
y una falta de madurez.
Sin que nadie adelante la acción,
ni la retrase si empieza.
A campo de cambio,
dejándonos,
al fin,
y ya,
ahora,
para el infinito:
recobrándonos.
Nunca no ser.
Para ser siempre.
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