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17. EN CONTRA DEL MAL USO DEL GRAN MEDIO AUDIOVISUAL
© Enrique Alcalá Ortiz
¡Televisión!
Maldita locuacidad alineada.
Trasto azotaina del entendimiento.
Flagelo lujurioso de un guateque perpetuo.
Trillador de mentes sin atajos.
Victimario de tertulias entre palabras.
Maltrecho ovillo de pelusa.
Maldigo tu sino
que adormece imágenes
y convierte ideas
en planos añejos.
Mermelada libada con el trasero.
Río encadenado de ideas enlatadas.
Manantial de imágenes ficticias.
Cascada de fotogramas de colores.
Mar de torturas programadas.
¡Loro! ¡Verduga!
Santa inquisidora del siglo veinte
y los por venir hasta que no cambie esto.
Buscona,
a los que todos te abres
ofreciendo tus líneas verticales
en veleidosos alumbramientos
que deslumbran las pupilas expectantes
de los espectadores asombrados.
Prostituta disfrazada de toisón.
Robas los sueños
de los despiertos adormecidos.
Extirpadora del numen creador
cuando ofreces tu bebedizo multicolor
en el cuenco ovalado de tu pantalla.
Tu sonrisa es un disfraz carnavalesco.
Carnaval virulento siempre
donde las caretas de algodón tapan
el entramado de aventuras regocijadoras.
Adormidera permitida
para limar las asperezas
de las demandas sociales.
Para ahogarlas
en tu frívola vistosidad.
Sólo permites de original
las burdas imitaciones de un payaso.
Monos grandes y pequeños:
¡ a ver la televisión!
Homínidos seudoriginales.
Papanatas que te imitan:
pobres gentes atontadas
con un vasallaje asumido
y con su yo a la deriva,
desiertas de hinchazones idealistas,
con tantas caras,
con tanto mundo ficticio,
con tanto plano largo,
plano corto,
panorámica abarcadora
y "zoom" viajero y aproximativo.
¡Pobre él! ¡Pobre tú! ¡Pobre yo!
¡Pobres todos!
Con tanta luz de color
no vemos sino el destello
de nuestra fábula temporal.
¡Tanto ciego con dos ojos que ven!
Lo que le echan se lo tragan.
Tragamos.
Tan contentos. ¡Qué bien!
¿Qué más queremos?
Secan nuestra mente y a agradecer.
A vivir felices.
¿No es así?
Cartas de ajustes
para desajustar al auditorio,
avances como aperitivos,
de telediarios sangrientos y chamuscados,
pequeños relatos,
largos relatos, quilométricas películas,
novelas río que se convierten en un mar de lágrimas,
documentales testimonio,
magacines y revistas,
deportes en sus diferentes salsas,
musicales y cantantes,
toros maltratados
para dráculas de aldea,
entrevistas y entreojos,
charlas y debates amortiguados,
y un mundo de crueles dibujos
para los sonrosados infantes.
¿No más?
Todavía más. Mucho más.
Todo igual.
Todo diferente como un blanco
y otro blanco igual.
Anuncios de propaganda.
Dichosa propaganda
que hace maldecir a los padres,
suspirar a las mujeres,
llorar a los niños.
Buhonera.
Tramposa.
Full time
de una dedicación total.
Dardo psicológico.
Lanza envenenada
de un caníbal civilizado.
Diosa omnipotente y abrazadora total.
Te representan con millones de garras
en las tetas,
porque saben que el que se acerque
a mamar
se alucina con tu imagen.
¡Muérete!
Muérete para que podamos resucitar,
para que podamos crecer,
vivir y sentir
según unos deseos nuestros
o al menos de alguien que conozcamos
y que no sean tan alienantes.
Serás esta una cadena más humana,
más de tribu.
Sin atenuantes, televisión,
te condenamos a verte a ti misma eternamente,
por siglos.
Ya verás, si puedes, claro,
lo que es bueno.
No te condenamos a que bebas
las ideas tamizadas,
retocadas,
puras,
aditivas,
moralistas,
trasnochadas,
medievales,
prehistóricas.
No te condenamos
a que pintes cuadriláteros cóncavos abovedados
y sin vértices.
Ni a que te pasees
con tu electrónica
clavada de resistencias.
Sólo te condenamos a verte,
a contemplarte
a que sea imperecedera
tu imagen en ti.
¡Ya verás, televisión!
Receptores de inevitable peso específico,
misterio insuperable.
Mazo para idiotizar voluntades,
para imprimir las conciencias.
Buril para esculpir muñecos de barro
y belenes sociales.
Belenes que son sólo magma,
amorfos, transformados
a su gusto y semejanza
según el canon de los deficientes superdotados.
Droga del pobre,
porque el rico además tiene otras.
Tan barata..., y tan fácil.
Este aparato
me adormece,
me entontece,
me embrutece,
me amodorra... ,
vete a sublimar al otros
que mi ingenio está atiborrado....
Te... le... vi... sión.
Tele...
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