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10. FLORENCIA. CIUDAD RENACENTISTA
© Enrique Alcalá Ortiz
Si Venecia es un ensueño,
Florencia será un suspiro.
Suspiro de boca abierta
y espíritu sorprendido.
La imaginación se escapa
asombrando los sentidos.
Arte de pechos ingenuos
forman cascadas de frío
que nos hieren todo el cuerpo
como afilados cuchillos.
La sangre enrojece rostros
que se sienten aturdidos.
Florencia teje misterios
en constante desafío;
llegas ansioso de vistas:
sin querer sales herido.
En la placeta del Duomo
se aposentaron los brillos.
Se queda pobre el ingenio
del más imaginativo.
El Baptisterio es un pájaro
con el plumaje de un mirlo.
?Bel San Giovanni? lo nombran
a este edificio tan lindo
hecho para que los nenes
recibieran el bautismo.
A una de sus puertas llaman
?las puertas del Paraíso?,
obra de Lorenzo Ghiberti
ayudado con sus hijos.
Las labró en bronce del bueno
con fulgores de platino.
el Testamento escribió
con cinceles y martillos.
Pocos sabían leer
en esos tiempos antiguos,
no pasaba como hoy pasa
que leen hasta los niños.
Unas campanas sonaron
y sin querer me santiguo?,
vuelvo la espalda muy lento
y me quedo sorprendido:
el campanario de Giotto
con la forma de obelisco
muestra góticos de encaje
en recto verticalismo.
Y al lado, la Catedral
con ojivas de capricho.
Su interior, muy luminoso,
con mármoles cristalinos
que reflejan la gran cúpula
de Brunelleschi, Filippo.
Santa María del Fiore
es un alto regocijo,
aquí escuchó muchas misas
un tal Lorenzo el Magnífico,
gobernante y gran mecenas
de los más grandes que ha habido.
Proteger a los artistas
fue su primer objetivo.
Hoy protegen cualquier cosa,
y claro, ya no es lo mismo.
Buonarroti, Machiarelli,
Rafael Sanzio, el de Urbino,
Guicciardini, Donatello,
Cimabue y su humanismo,
y Leonardo da Vinci
el que la Mona Lisa hizo.
Con Giotto, Verrocchio, Angélico,
junto al pintor Perusino,
es sólo una breve nota
de artistas de gran prestigio,
ya que la lista es tan larga
que tendríamos para siglos.
¡Se merecen el recuerdo
estos ingenios tan listos!
Nos dejaron en Florencia
un patrimonio crecido.
Iglesias: la Santa Croce
o la del Santo Spirito;
palacios, como el de Pitti
o el de Strozzi, tan relindos;
las plazas, della Signoria,
degli Antinori, del Limbo;
el Mercado de la Paja
con su espesado bullicio
donde nos venden paraguas
o artilugios de capricho;
y museos con riquezas
que llegan al infinito.
Recuerdo el de los Uffizi
pues no tiene desperdicio.
Me quedo con Botticelli
y su cuadro prototipo
El nacimiento de Venus
que quita todos los hipos.
El David de Miguel Ángel
-ya de todos conocido-
nos aturde al presenciarlo
y se pierde el equilibrio.
El blanco del mármol brilla
con focos alabastrinos,
haciendo la roca, carne,
que nos habla como un libro.
Con el pedrusco y con la honda
evoca el pasaje bíblico
en ese rostro aniñado,
pero alerta y decidido
para salvar a su pueblo
de su más fuerte enemigo,
aquel Goliat, el gigante
mucho mayor que un castillo.
La Fortaleza y la Ira
aquí se hicieron amigos.
Con razón es lo más grande
que de cincel ha nacido.
(Por haber damas delante,
no digo nada del pito.
Observé que al verlo, muchas
hasta dieron un respingo.
- El modelo era de Priego -
me dicen los florentinos.
Yo algo ya me sospechaba,
mas no quería decirlo).
Florencia es una madeja
colmada de arte y suspiros,
por eso el río Arno calla
sin perturbar el hechizo
que el peregrino se lleva
cuando se pone en camino.
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