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11. PARQUE DE CABÁRCENO
© Enrique Alcalá Ortiz
Ampios espacios le dieron
a las tierras de Cantabria
para crear una selva
de roca, metal y fauna.
Donde guardar tal tesoro
se abrió la Peña Cabarga
para que entrara Cabárceno
con los animales de África,
de Europa, Oceanía,
de Asia y hasta de Australia.
Sorprendente paraíso
de especies tan variadas.
De todo el mundo trajeron
los hipopótamos lentos,
tigres, leones, jirafas,
camellos y dromedarios
y las cebras con sus rayas;
canguros, rinocerontes
y de los Andes, las llamas;
antílopes, elefantes
y los revecos de España;
no podían faltar monos
que nos hacen tanta gracia,
porque muchos ven en ellos
a su enemigo del alma;
osos, lobos, ciervos, corzas
y jabalíes de caza
se mueven en libertad
y pasean a sus anchas.
Lo que antes fueron las minas
de hierro tan acreditadas
hoy son espacios abiertos
con sus pistas asfaltadas
para ver el paraíso
que Cabárceno regala.
Además, lagos con truchas
y las serpientes más raras.
Amplios espacios le dieron
en parajes que levantan
agujas que se horadaron
en las centurias lejanas.
Con su cámara de vídeo
una joven azafata
fue tomándonos escenas
cuando el autobús paraba.
Grabaron los avestruces
merendando en nuestras palmas.
Después al pasar la cinta
pusieron la marcha larga
y al verse trotar tan rápido
se reían a carcajadas.
A algunas de tanto gozo,
se le saltaron las lágrimas.
¡Ay, Cabárceno, Cabárceno,
fuiste mina y hoy eres fauna!
Al dejarte, sin quererlo,
me nacieron añoranzas
aunque dentro de mi pecho
las alegrías brillaban.
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